¿Todo bien?

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Cada que voy a la escuela suelo ir con Damián pero ahora nada es igual, así que voy caminando.

Desde que salí de la oficina siento que alguien me sigue, pero no veo a nadie, así que solo trato de caminar más rápido, casi corriendo.

Al ver la puerta de la escuela siento un gran alivio, entro rápidamente y me siento segura.

Veo como Damián entra al salón de clases pero a cambiado de lugar, ya no está a mi lado, lo cual me desanima mucho, lo veo a lo lejos, cruzamos miradas, pero el voltea para otro lado.

El día se fue muy rápido, al finalizar las clases corro tras Damián.

-Damián espérame, necesito hablar contigo.

-No, no se quien eres, me dijiste cosas hirientes anoche y hoy en la mañana cuando ya me sentía mejor, tienes el descaro de preguntarme si le dije a mi hermano. Yo no soy igual que tu Sofía, jamas haría algo así.

-Lo lamento, tu también me dijiste cosas feas, hoy te cambiaste de lugar y evitas mis llamadas, mis miradas, todo Damián. Si cometí un error pero aún no me has escuchado.

-Sofía necesito tiempo, necesito saber si aun puedo confiar en lo que me dices o ya no.

-¡Por favor Damián, déjame explicarte todo, solo escúchame!.

-Escuche lo suficiente, ya no se como  decirte para que entiendas, pero no quiero hablar contigo.

-Damián por favor.

-Adiós - dice mientras se da la vuelta y sale de la escuela.

Trato de seguirlo pero sube a su auto, después de eso regreso a mi salón para pedir prestado algunos apuntes de la semana.

Cuando termino, comienzo a caminar hacia la oficina.

A unos cuantos metros de mi veo un hombre vestido de negro, me pongo nerviosa cuando le veo parecido con aquel hombre que intentó hacerme daño esa noche, así que comienzo a correr y así es mi camino de regreso, volteo para ver que nadie me siga y corro.

Extraño poder caminar con calma por las calles, ahora solo tengo que estar al pendiente de que nadie me siga.

-Qué tenga un lindo día señorita Sofía.

-Muchas gracias - le digo a la recepcionista que por primera vez me dirige la palabra.

No me gusta esto, todos me ven como alguien importante cuando no lo soy, extraño caminar por ahí sin ser notada, pero ahora parece que soy el centro de atención.

-Llegaste - dice Gabriel mientras se pone de pie y camina hacia mí, mientras yo dejo mis cosas en mi escritorio - ¿Te encuentras bien Sofí? Te noto algo agitada.

-Solo corrí un poco, creí que era tarde.

-Sofí sabes que tus horarios están hechos para que tengas libertad de hacer tus cosas

-Lo sé, solo no quiero gozar de más privilegios solo por tener algo con el jefe.

-Bueno estaba pensando si quería ir a cenar con él jefe - dice siguiéndome el juego.

-Si terminó pronto mis tareas y el trabajo del día de hoy, puede que si - digo sonriendo.

-En ese caso iniciemos, pero antes déjame presentarte a dos de los guardaespaldas - dice mientras abre la puerta - adelante por favor.

-Buenas tardes joven Hamilton, es un placer verlo nuevamente.

-Igual es un placer y veo que llego alguien nuevo - dice mientras se refiere a un joven al parecer es uno de los dos guardaespaldas.

-Así es, pero es de toda nuestra confianza su nombre es Edgar.

-Un placer - dice mientras estrechan las manos - pasen por aquí por favor quiero presentarles a mi prometida, será para ella para la que trabajen - al llegar a su lado los saludo.

-Es un gusto señorita Hamilton - cuando terminan la frase trato de corregirlos pues llevar el apellido de alguien más no me gusta.

-Díganme Sofía por favor - me dirijo a ambos.

-Un placer señorita Sofía - dice Edgar mientras estrecha mi mano.

-Igual el mio - digo sonriendo.

~~~~~~~~~~~~~

Las horas pasan rápido, ambos guardaespaldas están fuera de la oficina así que hasta el momento todo está bien, después de que termine todo lo de la oficina me dedique a lo de la escuela.

De repente suena una notificación y veo que es un correo, al abrirlo me llevo una gran sorpresa pues es de Damián.

-Te dije que te apoyaría en la escuela, aquí esta todo para que te pongas al corriente, y no, aun no quiero hablar contigo. Después de todo soy tutor. Suerte

Damián no es malo, y quizá lleve tiempo para que me deje explicarle las cosas así que le daré su tiempo, pero extraño mucho a mi mejor amigo.

-Gracias Dam.

Después de responder me dedique a copiar todo para las nueve de la noche ya había terminado, así que me puse de pie para ver como estaba Gabriel pues lo veía algo estresado.

-¿Todo bien? - digo mientras me paro atrás de él y lo abrazo pasando mis brazos por su cuello.

-Todo bien - dice mientras sonríe y besa mi mano - solo que esto es demasiado trabajo Sofí, no me gusta estar al mando de la empresa - dice mientras se da la vuelta y queda justo frente a mi y coloca sus manos en mi cintura.

-Gab se lo que es vivir bajo las sombras de tu padre, esa fue la razón por la que salí de mi casa.

-No lo sabía - dice confundido.

-Te lo contaré después ahora estamos hablando de ti, a lo que me refiero es que luches por lo que realmente quieres, aun puedes estudiar lo que te viera gustado.

-Ojalá fuera tan fácil.

-Eso es lo primero que tienes que solucionar - debes quitar esa actitud negativa así no llegaras a nada y luego comenzar a buscar soluciones Gabriel- paso mi mano por su mejilla.

-Sabes que si puedo solucionar ahora.

-¿Qué cosa? - digo mientras veo como lo dice con gran emoción.

-Tu cena con tu jefe, aguarda un momento - dice mientras se pone de pie - yo soy tu jefe.

-Me gusta más este Gabriel que el mal humorado - digo mientras paso mis brazos por su cuello y me pongo de puntitas para alcanzar y besarlo.

Escucho que suelta una risa burlona.

-¿De qué te ríes? - digo mientras lo observó.

-Aún no entiendo cómo alguien tan fuerte, independiente y quién estoy seguro me controlará toda mi vida mide al rededor de un metro cincuenta y ocho centímetros - dice riendo más fuerte.

-Oye no es gracioso-digo riendo.

-Muy buena esa señorita Ward - dice mientras se acerca para besarme -ahora si me permite - me ofrece su brazo - usted tiene una cita pendiente.

Lo tomo del brazo y ambos salimos de la oficina, solo que ahora nos siguen los guardaespaldas.

Una mirada a lo lejos hace que toda mi alegría se esfume, pues veo como Damián sale de su oficina, y me ve con gran decepción. Tengo que aceptar que esto del amor me hace tan vulnerable al dolor que me hace recordar tantas cosas.

-¿Todo bien? - dice Gabriel mientras me saca de ese pensamiento.

-Todo bien - digo sonriendo mientras subimos al elevador y veo como Damián solo se da la vuelta.

Sin rumboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora