Harry se sentó aún procesando lo que había pasado hace poco. Para comprender lo mejor trato de enumerar los hechos pasados. Primero, había sido, literalmente, secuestrado por uno de los capitanes y llevado dentro de las puertas, luego trataron de matarlo y al final terminó luchando contra esas cosas. No sabia si estaban muertos, prácticamente había sido expulsado hasta alguna parte de la prisión por la explosión, y si esas cosas estaban muertas no lo podía decir a ciencia cierta.
-Maldición- se quejo cuando recordó a los chicos, iban a volverse locos al enterarse de lo sucedido y tal vez provocarían una destrucción masiva, aunque esperaba que no.
Se paso una de sus manos sobre su cabello haciendo que se alborotara y el moño se descolocara un poco, no le importaba mucho en ese momento ya que tenía en su cabeza otras preocupaciones. Pedía por Merlín que sus hijos y Tom no se volvieran salvajes por el momento, aunque lo dudaba, no podía hacer nada y no sabía dónde estaba.
-¿Dónde demonios estoy?- se cuestionó sacudiendose la ropa y mirando a su alrededor.
Todo lo que veía eran rocas y fuego, si no se equivocaba, era un lugar muy tétrico y escalofriante, pero no se encontró algo por el momento y no se confiaba, porque con su suerte tal vez le ocurran cosas inesperadas.
-¿Quién eres tú?- escuchó que decían a sus espaldas.
Al girarse, notó cuatro figuras extrañas, eran dos chicos y dos chicas, el chico más alto tenía cabello de un gris humo muy raro, ojos negros y una piel pálida. La otra chica tenía cabello lila y ojos del mismo color, la piel con un poco más de color que la del primer chico. Los otros dos parecía gemelos ya que tenían cabello verde y ojos azul marino.
Ignorando sus apariencias y demás cosas, Harry trataba de pensar quien demonios eran esos cuatro, no recordaba a ninguno de ellos y podía asegurar que nunca se los presentaron. Pero había algo familiar en ellos, simplemente su aura porque de apariencia o nombre no conocía nada.
-¿Quiénes son ustedes?- preguntó olvidándose qué fue interrogado primero.
El Chico de cabello gris humo frunció el ceño, molesto de que su pregunta haya sido ignorada. La que respondió fue la chica de cabello lila, sabía que su compañero iba a decir algo grosero e hiriente.
-Hola, mi nombre es Amaris, actual diosa del destino- se presentó la chica.
Harry abrió la boca sorprendido, sabia que Destino era la diosa del destino, como su nombre lo decía, pero no sabia que otra persona había adoptado el título de dicho trabajo.
-Él es mi primo Parca, dios de la muerte- presentó al chico de cabello gris humo.- Los dos son Silas, el chico, y Eira, dioses mellizos de la magia- terminó su presentación, esperando que el chico de gafas le respondiera.
El Potter no habló, más por las palabras sorpresivas que le habían dado esos chicos, podía discernir que los dioses principales habían quitado los títulos de Destino, Thanatos y Magia, ahora los tenían esos chicos y sinceramente no sabía si eran de confiar. No pensaba abrir su boca hasta saber si eran buenos o malos, no quería tener otro enfrentamiento por el momento.
-¡No hablarás!- gruñó Parca en exigencia, buscaba respuestas de porque ese chiquillo se encontraba en el Aeternum Carcerem.
Harry se arregló la ropa y se ajustó el ángulo de las gafas, al encontrar todo en su lugar no dudó en darse la vuelta y comenzar a correr a algún lugar desconocido. A pesar que fuera mala idea, ya que para orientarse no era muy bueno que digamos.
-¡Oye!- escuchó que gritaron a sus espaldas.
No quería quedarse a averiguar que le sucedería si lo atrapaban, no era el momento para darse a conocer con los dioses principales y por en ese momento se encontraba solo.
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Dimensión Extraña ¡¡¿Y Tú?!!
De TodoLa magia es extraña y suele hacer cosas inquietantes. Veamos como las hace. La historia es tomarry, o sea Yaoi. Si no te gusta este género no entres pero si quieres leer, eres bienvenido 😉