Avengers OneShots

Una alianza caótica (Hela Odinsdottir)

Prólogo: Hela y tú se conocen en la prisión a la que es enviada.

Advertencia: Ninguna.

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–¡¿Cómo se atreven repugnantes criaturas a tratarme de esa manera?!–Exclamó la nueva prisionera traída a el lugar donde te mantenían cautiva.–¡¡¡Les recuerdo que están tratando con la legítima heredera al trono de Asgard ogros del averno!!!–Le gritó a los guardias, para resivir como respuesta ser aventada al lugar, y luego ellos marcharse dejándola ahí.

–Bueno, bueno... pero que tenemos aquí...–Dijiste mientras te levantabas desde tú posición sentada en el suelo en una esquina de la habitación.–Hela Odinsdottir, debo decir que me sorprende verla por aquí, su majestad.–Te burlaste mientras hacías una reverencia.

–Cuida tús palabras rata repugnante.–Amenazó fríamente mientras ponía una gran espada en tú garganta.

Al hacer esto, pusiste tús manos en alto e hiciste un pequeño gesto de burla para seguir hablando.–Tranquila, princesa... no era mi intención alterarla...–Aseguraste sarcásticamente con una pequeña sonrisa.

–Exijo saber tú nombre ahora mismo.–Ordenó con una mirada intimidante aún con su espada en tú cuello.

–T/N Erebosdottir para servirle, su alteza–Respondiste haciendo su espada a un lado para hacerle una reverencia.–Diosa del caos, la discordia y la destrucción.–Dijiste mientras te levantabas.

–Es un gran título para alguien tan pequeño como tú.–Señaló la diosa mientras hacía desaparecer su espada.

–Que puedo decir... esas tres cosas se me dan muy bien.–Admitiste mientras volvías a tú esquina en la habitación.–Así que dígame, su majestad. ¿Qué hace alguien como usted en este rincón del cosmos?

–Odin me ha desterrado de Asgard y me envió aquí.–Respondió con amargura mientras miraba alrededor.

–¿Acaso le diste un cuadro pintado con sangre de sus adversarios y no le gustó el color?–Preguntaste con una pequeña risita burlona.

–Cuida tús palabras rata inmunda.

–Lo siento, no puedo evitarlo. Te dije que se me daba bien molestar.–Contestaste devuelta con una sonrisa amarga y burlona.

–¿Tú que haces aquí?–Te preguntó indiferente mientras se sentaba a un metro de tí.

–Digamos que mis títulos se me fueron a la cabeza, y puede que haya hecho enojar a un par de dioses, reyes y reinas importantes, y destruirles sus reinos también.–Respondiste con una sonrisa arrogante.

–Claro, por qué no lo imaginé.–Dijo sarcásticamente, mientras se levantaba y buscaba alrededor de la habitación.

–¿Qué está buscando su majestad?–Le preguntaste.–Le advierto que sí es el baño, tenemos solo dos veces al día la oportunidad de pedirle al guardia llevarnos.–Dijiste mientras ibas a recostarte sobre unas telas rasgadas a un lado de la sala.

–Estoy buscando la forma de salir de aquí.–Respondió como sí fuese la cosa más obvia del mundo.

–Sí... sobre eso, princesa—Ibas diciendo cuando te interrumpió.

–Llámame princesa una vez más y te corto la lengua.–Amenazó lanzando un hacha arriba de tú cabeza.

Tú solo quedaste mirando el arma, para después devolverle la mirada a ella y seguir.–Creo que correré el riesgo... como te decía, PRINCESA.–Ibas diciendo marcando el apodo, provocando que Hela rodara los ojos.–No hay forma de escapar de aquí. Sí Odin te envió a este lugar, fue porque sabía que nunca saldrías. Créeme, ya lo intenté.–Aseguraste mientras tomabas el hacha y la dejabas a un lado, para después recostarte nuevamente en tú "cama".

–Bueno será porque eres una inútil.–Te dijo burlona soltando una pequeña risita.

–Y seguro tú vas a poder porque como eres la diosa de la muerte, los guardias van a sucumbir ante tús amenazas...–Respondiste devuelta indiferente.–Sí, claro... sigue soñando Odinsdottir.–Terminaste diciéndole.

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Ya llevaban días juntas, y Hela seguía buscando la forma de salir mientras tú seguías con tú vida normal.
Un día mientras estabas recostada en tú cama, decidiste hablarle otra vez desde que llegó allí.

–¿Aún nada su majestad?–Le preguntaste aún con los ojos cerrados.

–Tiene que haber una manera...–Se dijo para sí misma.

–No la hay...–Contestaste ya molesta mientras te sentabas en tú elaborada cama.

Luego de unos segundos de silencio, una sonrisa apareció en el rostro de Hela mientras te quedaba mirando, lo cual te hizo sentir extrañamente incómoda, algo a lo que no estabas acostumbrabas a sentir ya que generalmente era tú quien incomodaba a las personas.

–Sé me ocurrió una idea, querida.–Aseguró acercándose a tí.

–Prefería cuando me llamabas rata inmunda.–Admitiste mirándola como si fuese el ser más extraño del universo.

–Dijiste que ya habías intentado escapar de aquí sin éxito, ¿no es así?–Preguntó ignorando tú comentario.

–Así es...–Respondiste algo dudosa.

–Y yo he estado intentando salir de aquí sin éxito...–Continuó hablando.–¿Pero que pasaría sí unimos fuerzas para salir de este basurero.–Dijo tomando asiento frente a tí.

–¡Hey! ¡Lo decoré yo misma y me quedó hermoso!–Exclamaste.

–¿Escuchaste algo de lo que te acabo de decir?–Preguntó seriamente.

–Sí, sí escuché. Estoy presa, no sorda.–Le dijiste molesta.–Y suponiendo que lo intentamos... ¿Qué te asegura de que lo vamos a lograr?–Cuestionaste no muy entusiasmada.

–Oh créeme que sí va a funcionar.–Respondió convencida.–Con tús habilidades, y las mías, nos largaremos de aquí y juntas conquistaremos y destruiremos planetas y mundo enteros, sumergiéndolos en el caos y la destrucción, y separando a su gente a nuestro paso.–Te dijo con una gran y maliciosa sonrisa, mientras se inclinaba hacia tí.

–Suena bien... ¿Qué me asegura de que no vas a traicionarme, princesa–Le preguntaste inclinándote hacia ella también, quedando a unos pocos centímetros de su boca.

–Nada. Solo te queda confiar en mí palabra.–Respondió mientras por un milisegundo desvió la mirada a tús labios.

–Suena divertido.–Dijiste sonriendo entre medio coqueta y maliciosa.

–¿Entonces tenemos un trato?–Preguntó alejándose para extender su mano hacia tí.

–Sí que sí...–Contestaste riendo mientras tomabas su mano, y la traías a tús labios para darle un beso en la parte de atrás de ella.–Aunque aún así podemos tener diversión por nuestra cuenta aquí mientras tanto.–Le ijiste tirándole de la mano, para acercarla una vez más a tús labios, pero sin tocarlos.

–Oh querida, debes estar segura de ello.–Respondió con una pequeña sonrisa de forma coqueta.