작은 고양이

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Pasaron los meses y, las cosas seguían siendo complicadas.

El trabajo se le hacía demasiado pesado, la anorexia seguía presente en su día a día junto a sus constantes recaídas en la depresión, pero había algo en lo que sí había mejorado significativamente.

- Buenas tardes, soy Min YoonGi y soy drogadicto.

Suspirando, rascó el lóbulo de su oreja e hizo una mueca, bajando la mirada aún cuando estaba sentado en una de esas sillas tan incómodas, rodeado de gente con una situación parecida a la suya, o al menos en ese aspecto.

- Llevo seis meses viniendo aquí... Y, me siento como la mierda, pero creo que lo estoy superando.

Tras decir aquello recibió un pequeño aplauso y volvió a hacer la misma reverencia de siempre, escuchando a los demás antes de coger un par de galletas y volver a trabajar.

- ¡YoonGi-ah, espera! – con una sonrisa, uno de los más mayores le llamó, logrando que se girase sobre sus talones – Ten, es tu medalla de los seis meses. – con una pequeña sonrisa, la recibió con un agradecimiento – Estás haciendo un gran trabajo, aunque deberías dejar de esforzarte tanto por otras cosas. 

Dicho aquello, asintió y se disculpó porque se tenía que marchar, de hecho, no fue hasta que volvió a casa de los Park cuándo pudo darse cuenta de lo que eso realmente significaba.

- Buenas noches, Señor Park. – con una sonrisa sin dientes recibió una caricia en su cabello y una invitación a entrar – Espero no haber interrumpido la cena, hoy no ha ido tanta gente al restaurante y hemos podido cerrar antes.

- No te preocupes, tú nunca molestas, hijo. – pasando un brazo sus hombros, ambos caminaron hasta el comedor, removiendo el mayor su cabello negro – Quítate esas lentillas y ven a cenar, aquí siempre hay un plato para ti.

Sonriendo cada vez un poco más asintió y le agradeció su trato, disculpándose cuando subió a la planta superior. Buscó un pijama limpio, se quitó las lentillas y se duchó, bajando después con el cabello mojado y teniendo de vuelta su ojo cada vez más claro por el cambio de estación.

- ¡Yoonnie! – JiMin corrió hacia él y le abrazó, besando su frente y labios antes de separarse únicamente para acariciar sus mejillas. JiMin últimamente había estado creciendo, el baile le hacía parecer más fuerte que él, pero lo cierto es que seguía siendo un crío, los dos lo eran – ¿Qué tal ha ido?

Cogidos de la mano se sentaron en la mesa, riendo Park al verle bostezar.

- Yoon, buenas noches. – ambos se sonreiron cuando tomó asiento, escuchando ambos padres como el pelinegro contaba su ajetreado día una vez más, siempre sin quejarse.

- Esta mañana me han dado las notas, nada anormal, la única nota que no consigo subir es inglés... – riendo suavemente, suspiró y comenzó a enrollar los fideos en los palillos – He ido a la reunión y me han dado la medalla de los seis meses y, el trabajo supongo que bien, ha sido estresante, pero nada nuevo.

- Espera ¿Llevas seis meses sin consumir?

Extrañado, asintió lentamente mientras masticaba, esperando unos segundos antes de volver a hablar.

- En realidad han sido 193 días... Son seis meses desde que empecé a ir, pero antes de eso ya sabéis qué sucedió.

Al elevar la mirada se encontró con sus sonrisas de orgullo, en especial la de JiMin, quien besó su mejilla y le dijo que estaba muy orgulloso de él.

- Has sido muy fuerte, hijo. – sujetando su mano con fuerza, le transmitió confianza y cuidado, todo gracias a la aquella sonrisa en su rostro – ¡Tenemos que celebrarlo!


ᴳʳᵃᶜⁱᵃˢ ᵖᵒʳ ˡᵉᵉʳ ʸ ᵛᵒᵗᵃʳ

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Memorias de un idiota 2 «ᴶⁱᵐˢᵘ/ʸᵒᵒⁿᵐⁱⁿ»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora