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Un pequeño beso en mi nuez de adán...ese fue el causante de todo.

Al despertar todo parecía normal, yo me dediqué a retocar la canción escrita hace un par de días y JiMin fue a sus clases, prometiendo volver pronto.

Hice todo lo que tenía que hacer. Puse la ropa sucia a lavar, luego la metí a la secadora, comí, preparé la cena y mientras esta se terminaba de hacer me di una rápida ducha, solo para quitar el olor a sudado de mi cuerpo.

Lo que no esperaba era encontrarme con Park sobre mi cama, mucho menos esperaba que la cena se encontrase sobre mi escritorio.

Con una toalla enrollada en la cintura y una camisa a medio abrochar le sonreí levemente, dándole la bienvenida.

-¿Qué tal fue el ensayo? - no hubo respuesta, era como si se hubiese tragado su propia lengua-¿JiMin? - antes de desenrollar la toalla de mi cintura puse mi ropa interior, obviamente no iba a dejarme en evidencia frente a mi menor, no de nuevo.

Su mirada comenzó a ser demasiado penetrante, me atrevería a decir que no era mi imaginación.
Y no lo era, tan rápido como le dirigí la mirada comprobé su mirada fija en mí, más específicamente en mis piernas aún desnudas.

-Oye...mi cara está aquí, ¿sabes? - mala idea.

Pasé una de mis manos frente a su rostro, tratando de sacarle de su trance.

Quizás fue demasiado efectivo...

Fue rápido, él solo psrpadeó y de un momento a otro ya me había tirado a la cama en la que se encontraba sentado, poniendo cada una de sus piernas a mis costados y comenzando a besar mis mejillas y labios repetidas veces casi de forma desesperada.

-JiMin, ¿qu.qué haces?

Mi mandíbula comenzó a ser besada, formando parte del camino imaginario que Park iba haciendo con sus suaves labios.

No mentiré, no era molesto, de hecho no podía dejar de soltar suspiros a cada roce que el menor daba a mi piel. Incluso mi vientre bajo había comenzado a ormiguear de forma extraña.

-JiMin. -mi voz sonó mucho más aguda de lo que quise y culpé al rubio por ello, como por todo lo que estaba experimentando ahora.

No caí en cuenta de cuando una de sus manos había comenzado a acariciar mis muslos aún cubiertos por la gran camisa que me había puesto hace rato pero, para mi mala suerte no fue eso lo que me hizo querer parar.

Un pequeño beso calló sobre mi nuez, undíendola levemente y haciendo que mi mente se perdiese por un momento.

-No te resistas, pequeño.

Mierda.

Mis ojos se abrieron de golpe, igual de rápido que empujé a JiMin para que parase de hacer todo aquello.

-No puedo...

-He pagado mucho por tí.

-Ji.jiMin...

-¿Me acabas de morder, pequeña mierda?

Una gruesa lágrima cayó por la esquina de mi rasgado ojo al tener aquellas imagines tan horribles en mi cabeza de nuevo. No fue hasta que me abrazó cuando pude comenzar a relajarme y olvidar aquella escena.

Ahora solo había un problema...

-Lo.lo siento...no pu.puedo hacerlo.

Me sentía demasiado mal conmigo mismo.

A diferencia de las demás veces, esta vez los besos fueron para secar mis aún nacientes lágrimas.

-Lo siento... - como pude escondí mi rostro en el pecho del mismo que me sonreía con cariño y algo de lástima, eso era evidente - Perdóname, porfavor.

-Tranquilo...está bien.

Mis enrojecidos ojos bajaron la mirada hasta cierto lugar, donde se podía notar la obvia necesidad que ahora tenía por mi culpa, por mi estúpida culpa.

Mis ojos volvieron a cristalizarse al ver aquello así como mis dientes comenzaron a chocar entre sí por el temblor de mi mandíbula.

Me volví a disculpar y acallé mis sollozos con la almohada ya que ni siquiera me veía capaz de mirarle a la cara, no después de esto.

-Ey...no te disculpes, algún día me contarás lo que sucedió, te ayudaré y podremos hacer todo lo que queramos y mucho más juntos, en todos los aspectos posibles, ¿de acuerdo?

A pesar de decirme aquello mi corazón no pudo descansar tranquilo, tampoco lo hizo al día siguiente y supuse que tampoco lo haría hasta poder ser capaz de contar lo que sucedió en los días en los que nadie supo nada sobre mí.

-¿Ni siquiera sirves para esto?

-'Capítulo 218. Traumas.'

Memorias de un idiota 2 «ᴶⁱᵐˢᵘ/ʸᵒᵒⁿᵐⁱⁿ»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora