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-YoonGi... ¿Qué te han hecho, mi Gatito?

Me removí de forma inquieta sobre mi cama aún entre sueños.

Aquel sueño, o mejor dicho...aquella pesadilla que estaba teniendo, estaba siendo demasiado cruel para mí. Tanto que si pudiese empezaría a llorar pero, claro, era como si yo no pudiese mover mi cuerpo ni controlar lo que pasaba.
Todo estaba oscuro y lo único que podía escuchar era su jodida voz susurrar maldiciones en mi oído mientras sus llantos llegaban a lo más profundo de mi pecho.

-Nunca más te dejaré solo...te lo prometo.

Pero no estás aquí.

Ni siquiera yo lo estoy.

-Yoonnie, ¿sigues dormido?

-Quédate conmigo, no te vayas, por favor, no lo hagas.

Mi cuerpo comenzó a balancearse levemente, pero no a voluntad propia, era más bien como si alguien tratase de despertarme, sin embargo, no podía hacerlo.

Poco aire fue el que llegó a mis pulmones cuando la voz comenzó a hacerse inexistente y los llantos ganaron más fuerza.

-YoonGi, despierta...

-¡Despiértate, pedazo de idiota!

Mis ojos se abrieron violentamente al tiempo que mi cuerpo agarraba algo con fuerza, mi cabeza se escondió automáticamente frente lo que fuese que hubiese ante mí.

Mi respiración era irregular, y no fue hasta que unas pequeñas manos comenzaron a acariciar mi nuca y espalda que caí en la cuenta de a quien me encontraba aferrado.

-Ya está...solo era una pesadilla. - al escuchar la dulce voz de Park hundí mi rostro más en su pecho, obligándole a sentarse a mi lado.- Ya estoy aquí....tranquilo.

En el intento de regular mi respiración aspiré el aroma del rubio, y puede que eso fuese lo que por fin hizo que me relajase...solo puede.

Pasados los minutos en la misma posición y en completo silencio, comencé a soltar a mi menor, dejándole libre al fin. Bajé mi mirada realmente apenado por lo que acababa de pasar, entonces me disculpé con él, pero no me contestó lo que yo pensé que haría.

-No pidas perdón...no es tu culpa.

Por alguna razón sentí que esas palabras tendrían un doble sentido, pero eso sería una tontería... ¿No?

Traté de relajarme y no se me ocurrió otra forma de hacerlo que dejando un hueco en la cama para que el que estaba frente a mí se acostase. Fue una sorpresa cuando se le ocurrió sentarse apoyado en la cabecera de la cama, sin embargo, dejó de ser tan extraño cuando me sonrió levemente.

-Acuéstate. - el menor señaló con sus manos su regazo y yo, bueno, obviamente obedecí sin preguntar qué tramaba.

Me senté y después me dejé caer sobre su regazo, obviamente lo hice con cuidado de no hacerle daño a mi menor.

Mi cabeza se encontraba en lo que supuse que sería su pectoral, mi espalda estaba pegada a su estómago y demás... Sus piernas estaban estiradas a cada uno de mis lados, y de igual forma, sus brazos se estiraron , solo que fue para levantar levemente mi camisa y hacer lo que puede conmigo.

Una de sus pequeñas y regordetas manos quedó atrapada entre las mías mientras que la otra se deslizaba a lo largo de mi vientre, a veces rozando aquellos puntos que me hacían soltar ronroneos involuntarios.

-JiMinnie... - el nombrado hizo un pequeño sonido en respuesta, dando a entender que me escuchaba- Sesupone que soy yo el que tiene que cuidarte... - bajé la mirada hasta su mano, la misma con la que llevaba jugando ya un largo tiempo - ¿Por qué siempre es del revés? Quiero protegerte.

Hice un pequeño puchero al escuchar una tierna risa salir de sus labios, tras lo que noté su mano apartarse de las mías. Eso no es que me agradase, en fin, por algo tendría que moverme, ¿cierto?

Levanté levemente mi espalda y giré mi rostro, mirando directamente a Park, quien tenía una gran sonrisa incrustada.

-Lo digo enserio.

El rubio asintió, sin borrar su sonrisa.

-Mira, si realmente quieres hacerlo...podemos llegar a un acuerdo, ¿qué te parece?

Giré un poco más mi cuerpo, tan solo para poder concentrarme más en lo que me iba a proponer, aunque no podría ser nada malo viniendo de él, ¿cierto?

-¿Qué acuerdo...?

-Yo, Park JiMin, te protegeré y cuidaré hasta mi último respiro. - mis mejillas fueron acogidas con cuidado entre sus manos, lo que me dejó aún más embobado al que me hablaba, con las mismas que estaban entre sus manos ardiendo de vergüenza. - Y tú...prométeme que no descansarás hasta ser realmente feliz, ¿entendido?

Ahora el que rio fui yo, pero esta vez en un tono muy bajo, casi imperceptible.
Con una pequeña sonrisa en mis labios acaricié sus extremidades aún en mis mejillas, sonriendo más al poder tener un poco más de su calor.

-Tengo un problema con ese acuerdo. - sonreí hasta mostrar mis encías, enseñando lo que hacía tiempo que quería ser y decir - Yo solo soy feliz si tú estás feliz, sano y...a mi lado. Así que déjame cuidarte también.

-'Capítulo 185. Si sonrío y no te veo.'

Memorias de un idiota 2 «ᴶⁱᵐˢᵘ/ʸᵒᵒⁿᵐⁱⁿ»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora