안녕, 이 새끼

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Habían pasado apenas unas semanas desde su cumpleaños, pero fue suficiente para él. No pudo celebrarlo porque estaba muy ocupado con el trabajo, los estudios, el examen de acceso a la universidad a la que quería entrar, y, por supuesto, su maldito padre.

Aquella noche sería la última que pasaría en esa casa, al día siguiente se olvidaría de todo lo que dejaba allí, pero no pisó apenas su habitación, estuvo más tiempo en el salón, viendo las pocas fotografías familiares que tenían entre algunos libros en la estantería sobre la televisión.

Recordó los buenos momentos con su hermano y con su madre y, al ver cómo las fotos se terminaban más pronto de lo que pensaba, suspiró con pesadez.

Le gustaría poder volver atrás e impedir que todo ocurriera... Era inevitable, no podía hacer nada por cambiar el pasado, pero sí podía cambiar su futuro.

Esa noche salió de casa y fue directo al cementerio en el que sabía que estaba su madre, fue allí para hablarle sobre lo que había ocurrido y lo que entraba en sus planes.; cuál era el futuro que buscaba. Sin embargo, solo encontró un silencio devastador.

Echaría de menos a mucha gente, a sus abuelos en especial. Ellos y la pareja Park fueron quienes le enseñaron lo que era el amor, lo que significa realmente ser una familia, pero llevaba años sin ver a sus abuelos por estúpidas escusas de su padre y, bueno, ya no podría ver a los Park tan a menudo.

Les echaría mucho de menos.

Por la tarde del día siguiente lo abandonaron todo, cogieron sus maletas y un tren que tenía como destino Seoul.

Hacía tan solo unos meses que HoSeok se mudó allí con su familia, así que se les hizo más fácil encontrar un piso que pudieran afrontar con los ahorros de YoonGi y la ayuda de los padres de JiMin.

Una vez instalados comenzó lo realmente duro.

El pálido comenzó a combinar diversos trabajos y estudios, llegando a casa a altas horas de la noche y no pudiendo dormir más que un par de horas antes de volver a la rutina.

Era algo cansado, pero la ciudad era tan cara para alguien como ellos que resultaba imposible poder permitirse algún lujo.

Empezaron en un piso de apenas unos metros cuadrados; el comedor, la cocina y el salón eran una misma sala, lo único que se diferenciaba era la cama, separada del resto por una cortina y el baño, la única sala con una puerta en la entrada, pero no por ello era mejor.

Poco a poco pudieron ir mejorando su calidad de vida, a YoonGi le ascendieron en uno de sus trabajos y comenzó a vender sus producciones antiguas, pero seguían sin tener una vida medianamente buena.

Al cabo de dos años volvieron a mudarse, pero para aquél entonces YoonGi ya había gastado todas sus energías. Ya no quedaba nada más que cansancio.

JiMin comenzó a desarrollar algunos problemas alimenticios a causa de sus compañeros de danza contemporánea, pero la presencia de YoonGi le ayudaba con aquello.

Conocieron a gente nueva allí, gente que se preocupaba por ellos, pero en especial por el que ahora tenía un tono de piel enfermizo.

- Ya estoy en casa. – bostezando, cerró la puerta a sus espaldas  y siguió caminando, no esperando una respuesta al suponer que JiMin estaría durmiendo, pero cuando vio una sombra en el sofá pudo saber que no era así – Minnie... Cariño ¿Qué haces aquí tan tarde?

Aún si incluso sus parpadeos eran lentos por el sueño, vio cómo el otro extendía su mano hasta tenerle sentado a su lado.

- Amor... Tenemos que hablar.

Puede que en otra situación sonase diferente, pero para YoonGi fue un completo desastre escuchar esas palabras.

- Espera... No. No me dejes.

- ¿Cómo? No, no voy a... Aish, ven aquí, bobo.

Esas eran las típicas palabras que había escuchado desde pequeño en las películas con las que las parejas se rompían. De hecho, solían venir acompañadas de un: no eres tú, soy yo o mierdas del estilo.

Sin embargo, JiMin cogió sus manos y las acarició, besándolas después con cuidado.

- He estado pensando y... No deberías tener tantos trabajos a la vez. – haciendo una mueca con el rostro, negó – Te conozco lo suficientemente bien como para saber que colapsarás en cualquier momento y, llámame loco, pero no quiero que llegues al mismo límite por el que nos fuimos de Daegu.

Lo cierto es que ya nisiqueira tenía tiempo para pensar en cosas como esa, apenas tenía tiempo siquiera para comer, dormir o asearse.

- Sé que estamos pasando por un momento difícil, pero... Joder, cariño, quiero verte bien y, por mucho que me duela decirlo, no lo estás.

En otra ocasión le abría dicho que era mentira, que estaba bien, pero no podía negarse cuando la presión era tanta que solo quería desaparecer.

- Yoon... Por favor, deja aunque sea uno de tus trabajos. No importa que vayamos un poco más escasos de dinero, tenemos buenas becas y yo estoy empezando con un trabajo a medio tiempo. – al verle suspirar pesadamente y bajar la mirada, sintió sus mejillas comenzar a humedecerse – Te. Tengo miedo y te echo de menos. Por favor, te lo ruego... No quiero tener que verte solo antes de dormirme y despertarme solo en la cama de nuevo.

» Echo de menos ver tu sonrisa, joder. – aún sollozando, sintió cómo las manos más grandes y frías de Min se aferraban a las suyas – Quiero verte reír otra vez. No quiero volver a tener que verte siendo un maldito suicida cuando sé que puedo ayudarte y que puedes ser feliz...

Sin saber cómo reaccionar, YoonGi tragó en seco y elevó la mirada, apoyando sus frentes con cuidado y acariciando sus narices en un beso de gnomo.

- Yo también nos echo de menos. – su voz fue débil, pero fue lo suficientemente alta como para que JiMin comenzará a llorar con más fuerza, lanzándose a abrazarle como si pudiera desprenderse y fracturarse en cualquier instante – Intentaré dejar alguno para estar más tiempo en casa.

No pudo evitarlo, ninguno de los pudieron hacer algo cuando, exhaustos, se durmieron abrazados sobre el sofá de segunda mano. 

De todas formas, no necesitaban nada más que al otro para salir adelante.


ᴳʳᵃᶜⁱᵃˢ ᵖᵒʳ ˡᵉᵉʳ ʸ ᵛᵒᵗᵃʳ

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Memorias de un idiota 2 «ᴶⁱᵐˢᵘ/ʸᵒᵒⁿᵐⁱⁿ»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora