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Una sala en que apenas había espacio, tan sólo yo atado de muñecas y tobillos a la pequeña pared de la sala sumida en plena oscuridad.

La pesadilla se repetía, y sinceramente no quería llegar a acostumbrarme a ella...me niego.

Mis mejillas se sintieron calientes al caer una lágrima por ellas, la misma que rodó hasta impactar en el suelo, donde se había estado formando un pequeño charco por las mismas gotas de mis ojos.

Por suerte o desgracia dos personas encapuchadas abrieron la puerta frente a mí, haciendo que mi vista se dañara por el cambio de luz.
Ambos parecían estar relajados, iban vestidos de forma algo sucia, pero eso no fue lo que puso mis pelos de punta...
Las dos personas llevaban un maletín colgando de sus manos y...yo siempre quise morir, pero no de esa manera, no en ese momento, no es este lugar.

Desgarradores gritos se escucharon por toda la estancia cuando los filos que habían dentro de aquellos maletines comentaron a rozar mi piel como ya habían hecho otras veces, cada vez eran más profundos, llegando a clavarse en mi piel sin piedad, así como mi garganta comenzaba a doler por mis insistentes súplicas y gritos porque todo acabase de una vez.

Mi sangre fluía como nunca antes la había visto de mi cuerpo, tanto las heridas de mis muñecas como las de mi vientre derramaban una fina cascada que terminaba por caer en mis pies, lo cuales se encontraban adoloridos también por mis fallidos intentos de huir de aquel lugar.

Pasaron minutos, quizás horas, pero aquellas personas no se detuvieron por un mísero segundo, al menos fue así hasta que la sangre perdida fue demasiada y el dolor insoportable.
Terminé por desplomarme, clavando así mis muñecas en aquellas cadenas que las hacían tener que soportar mi peso en muerto.

Aquel día fue el segundo de muchos más, pasaron los días, no sabría decir cuantos... Tan solo sabía que no había sido alimentado, no fui hidratado y por no si fuera poco, ni siquiera podía moverme. Acabé conviviendo con mis propios desechos, obviamente no podía conciliar el sueño, aunque tampoco es como si supiese cuando era de noche y cuando de día.

A cada rato, una de las dos personas entraban en la pequeña sala, hacía de nuevo aquellas horribles torturas y volvía a salir, ocurrió tantas veces que perdí la cuenta...fueron tantas que incluso comenzaron a cambiarlas para no ser tan repetitivos.

Las primeras veces fueron aquellos cortes en mi vientre y muñecas, más tarde fue en mis piernas y pecho, después de eso los mounstros que me sentenciaba a la peor de las muertes se dedicaron a fumar todo tipo de porquerías para después apagar los cigarros en cualquier rincón de mi cuerpo.

Suena doloso... ¿Cierto?

Joder...si tan solo se hubiese quedado en eso.

Lo que supuse que fueron los últimos días en aquel lugar fueron los peores, y se que se puede pensar que nada podría ser peor que aquella tortura... Dios, que equivocados estáis.

En esos días diferentes hombres visitaron el lugar y, aunque cuando eso pasaba me empapasen de agua en el intento de limpiar mínimamente mi cuerpo para aquellas personas, yo no podía sentirme más sucio.

La pequeña celda se convirtió en el mismo infierno para mí, una llena de sudor, sangre, lágrimas...

Me obligaron a mantener la cuenta de cuántas personas habían cruzado aquella puerta frente a mí y, si no era capaz de recordar el número correcto, el trato del "cliente"-como le llamaban aquellos horribles seres- acababa siendo completamente horripilante.

Desgarres internos, cortes por todo el cuerpo y quemaduras que no dudaban en infectarse de la peor de las maneras.
El olor a mis desechos, quizás semanas sin dormir, días sin comer ni beber...

Una pesadilla hecha realidad, ¿no?

Fue tan hermoso cuando por fin volví a ver la luz...

No pude evitar gritar al despertar, mi respiración era muy agitada y, de igual forma, me sentía consumir por el dolor en mi pecho.

Lágrimas de todos los grosores corrían por mi rostro con total libertad a la vez que yo me encogía en mi lugar, tratando de soportar ese gran dolor y ansiedad.

Estaba realmente asustado...

Recordé que en aquella noche los chicos se habían quedado en mi hogar por las malas, lo recordé por ver a los seis correr hacia donde yo me encontraba, siendo uno de ellos el que trató de acercarse a mí, pero lo único que consiguió fue hacer que me encogiera sobre mi mismo.

-Tranquilo, Yoon...ya estamos aquí.

Me aferré con fuerza a mis piernas, aún temblando.

Lo cierto es que con la oscuridad del lugar se parecían tanto a esas personas... No mentiré; tenía miedo, muchísimo miedo de volver a ese lugar.

Las voces de los presentes se me hicieron muy lejanas, tanto que mi pecho comenzó a subir y bajar con fuerza, casi de forma desesperada por coger aire. O al menos fue así hasta que su aroma fresas y vainilla inundó mis fosas nasales.

-Gatito...mírame.

Mi mandíbula tiritaba con fuerza en el intento de contener las lágrimas y mis miedos, sin embargo, los gestos del menor me incitaron a relajarme por completo.

Sus ojos se veían tristes, casi pude distinguir unas pequeña lágrimas salir por el borde de ellos, y si era por mi culpa yo... Mierda, me sentía tan mal.

Rápidamente me vi envuelto por los brazos de JiMin, quien acarició mi cabello y dirigió mi rostro hasta su cuello, el mismo que se acabó humedecido con el tiempo.

-Déjalo salir...no te preocupes.

Entonces lo mandé todo a la mierda.

No me importaba la presencia del resto, lo único que se escuchó en el lugar fueron mis fuertes sollozos e hipidos, a los mismos que se fueron sumando los "silenciosos" llantos de las personas a mi alrededor.

Sinceramente...tenía miedo de que se fueran de nuevo.

Seguí desahogándome de aquella manera hasta acabar con el agua en mi cuerpo y mis energías, lo que me dejó dormido en los brazos de JiMin, quien me daba leves caricias en la espalda mientras Nam lo hacía con una de mis manos, Tae y JungKook con mi cabello, HoSeok con mi mano sobrante y Jin Hyung con una de mis rodillas.

Sin duda...mañana sería un día largo.

-"Capítulo 197. Pesadillas.'

Memorias de un idiota 2 «ᴶⁱᵐˢᵘ/ʸᵒᵒⁿᵐⁱⁿ»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora