217

38 9 0
                                    

-Perdone, ¿Min YoonGi?

-Sí, soy yo. - con uno de mis pies hice a un lado a Holly, el perro que había caído en el clásico de odiar a los carteros y repartidores, aunque también es posible que fuese por la comida que esté llevaba...-Gracias, puede retirarse.

Con algo de esfuerzo cogí las tres bolsas que aquella persona había traído hasta mi hogar como cada semana y las llevé hasta la cocina para poder empezar a guardar cada cosa en su lugar.

-¿Hyung, quién llamó a la puerta? - un adormilado JiMin apareció por la puerta de la cocina, bostezando y restregando como un pequeño bebé sus hermosos ojos.- ¿Fuiste a comprar?

Negué levemente mientras guardaba algo de carne de la que me habían traído en el congelador, lo demás lo utilizaría para hacer la comida de hoy.

-No, vino el repartidor con la compra de la semana. - con total normalidad seguí moviéndome de un lugar a otro de la cocina, abriendo y cerrando cajones innumerables veces hasta dejar las bolsas completamente vacías.- Mierda...olvidaron las fresas.

-Hyung, ¿por qué no vas tú mismo a hacer la compra? - en cuanto dijo aquello me giré sobre mis talones, quedando finalmente frente a él- Ahora puedes salir...¿Por qué no vas tú mismo?

-Supongo que he perdido la costumbre...si es que alguna vez la tube, claro.

-Antes íbamos todos los viernes por la tarde a comprar juntos.

En fin..el pedido ya había llegado, quizás para la semana que viene, ¿cierto?
Pensé en ello varias veces, no me parecía realmente importante hacer algo tan simple como salir al supermercado, sobretodo considerando que no recordaba siquiera donde podía encontrar uno.

- No tengo coche ahora y llevo casi un año sin hacer ese tipo de cosas. - suspiré y comencé a andar hasta mi teléfono, el cual nunca llegué a coger- ¡Ey, devuélvemelo!

-Solo cuando vengas conmigo a comprar, yo también necesito comer, ¿sabes?

Para mi mala suerte JiMin estaba en mejor forma que yo así que, por mucho que peleará, sería completamente incapaz de ganarle en algo físico.

Maldita danza.

-¿Por qué crees que compro tanta comida? ¿Acaso crees que como tanto yo solo? - negue repetidas veces, aún forcejeando por conseguir mi teléfono - Ya viste cómo tenía la cocina antes de que empezarais a robar cosas de mi despensa...agh ¡JiMin!

En un rápido movimiento el menor dejó el teléfono sobre la encimera de la cocina pero tan rápido como me estiré para cogerlo sus brazos me atraparon, separando mis pies de suelo.

Mi rostro estaba totalmente sonrojado y aún así traté de verme molesto.

Yo...en el fondo, sabía que JiMin tenía razón, debería empezar a hacer esas cosas, debería ser una persona normal; pero no era tan fácil, no para mí.

-Si opones resistencia te quedarás en abstinencia de mis besos. - mi boca formó una pequeña "o", expresando así mi sorpresa.

No podía ir enserio, ¿no?

Reí de forma secante y apunté a su rostro directamente, sin una pizca de vergüenza en mis actos.

-Tú, - toqué su mejilla, haciendo que una pequeña sonrisa apareciese en sus labios- no podrías vivir sin mis - me señalé a mí mismo- besos, no serías capaz.

El menor rodó los ojos y rió, escondiendo sus pequeños orbes tras esas largas pestañas.

-Bueno, eso es cierto...pero siempre puedo hacer otra cosa.

Mis ojos en un inicio se abrieron con sorpresa, de igual forma pataleé y solté pequeños quejidos, todo ello sin poder tocar el suelo para huir de ese lugar. Como era de esperar, cuando el menor comenzó una suave danza con sus labios no pude resistirme, simplemente me deje llevar.

El aire se comenzaba a marchar, así como el beso pasó de ser uno delicado y tímido a unos más profundo y desesperado.

Incluso había enrollado mis piernas en su espalda, había sujetado sus mejillas para que no pudiese separarse a pesar de no poder respirar.

Pero él simplemente no paró, no lo hizo hasta que solté un pequeño jadeo al morder mi labio de imprevisto.

- Ji.JiMin... - sus labios estaban rojos e inflamados, seguramente parecidos a los míos, solo que en los suyos había una iluminada sonrisa y en los míos... - Espera, ¿a dónde vas? - el rubio me dejó en el suelo y comenzó a andar directo a la salida, cosa que me alarmó - ¡Oye! ¡No puedes hacer eso e irte así, eso...! JIMIN

Bueno...había caído en su trampa.

De alguna forma acabé persiguiéndole hasta el coche, lugar donde comenzó a conducir mientras yo seguía reclamando por lo que acababa de suceder, todo para después llegar a la puerta de un supermercado y bajar en la misma.

-¿Ves? Nadie puede resistirse a mis encantos, Yoonnie.

Rodé mis ojos con desesperación y le obligué a andar más rápido entre los largos pasillos del lugar.

- Coge las malditas fresas y vamos a casa.

- ¿Acaso quieres que siga con lo que empecé?

Su ceja se alzó y yo me sonrojé. Pero, en fin, ya era algo típico en nosotros, ¿no?

- Coge las fresas... Te espero en el coche.

Realmente tenía un problema.

-'Capítulo 217. Repartidor.'

Memorias de un idiota 2 «ᴶⁱᵐˢᵘ/ʸᵒᵒⁿᵐⁱⁿ»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora