심리학자

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Diez años, esa era la edad que tenía cuando consiguió que su madre fuese por fin a una reunión con su profesora y la directora del centro. Había insistido mucho y, aunque se había llevado más de un grito diciéndole que se callara, tenía sus razones.

- Buenas tardes, señora Min.

Sin contestarle en un tono muy alto, ambos pasaron por la puerta del despacho de la directora donde se encontraba su tutora de ese año.

- Probablemente ya se haya dado cuenta; YoonGi es un niño muy listo para su edad. – al decir aquello, su  madre le miró sorprendida. Sabía que hacía ciertas cosas que no eran adecuadas a su edad, pero no pensaba que fuese a destacar en ningún sitio – Es algo tan increíble que nos ha llamado la curiosidad. En clase hicimos una prueba de coeficiente intelectual a los niños y nos dimos cuenta de algo totalmente fascinante.

Con una mueca en el rostro, ella preguntó en un murmuro cuáles fueron los resultados, recibiendo una exageradamente alta cifra como respuesta. Una que superaba lo normal y se posicionaba en lo excepcional.

- Lo curioso no es solo eso, sino que su nivel de simpatía es alto también, pero... El de socialización no lo es.

En ese momento tenía la mirada gacha, pero su mente se encontraba respondiendo a sus dudas una por una en silencio, siendo consciente de que no se le permitía hablar cuando había gente cerca.

- Queríamos preguntarle si en casa es igual que aquí, quizás es timidez o...

Dudándolo mucho, negó.

- En casa es igual. No habla con desconocidos o incluso con nosotros.

Entendiendo la situación, le pidieron permiso para realizarle unas pruebas, pero no se lo dió. Fue ahí fue cuando todo lo bueno se fue a la mierda y se volvió algo violento.

- Señora Min, nos gustaría poder realizarle una prueba de autismo a YoonGi-ah. Tan solo será una sesión con un profesional y...

- ¿Qué? ¡No, ni hablar! – enfadada, se puso en pie – ¡Mi hijo no es un loco de esos!

- ¡Disculpe, pero ese lenguaje es inapropiado para un centro educativo! ¡No hable de esa manera delante de su hijo!

Al escucharles a ellas también discutir se tapó los oídos con fuerza y mordió sus labios. Llamando la atención en primer lugar de la directora, su profesora y, en último lugar, su madre. Ella se arrodilló, le preguntó si se encontraba bien y le cogió entre sus brazos, saliendo de allí con su pequeño sufriendo el primer ataque de ansiedad que ella pudo presenciar.

- Tranquilo... Tranquilo, mi vida. – mordiendo el interior de sus mejillas, suspiró – Mi niño listo... No tengas miedo, ¿de acuerdo?

Era una de esas pocas veces en las que ella le consolaba usando una voz más melosa y sus brazos para algo que no fuese mostrar su dedo de enmedio durante las discusiones o levantarle la mano como amenaza cuando su cabeza no se encontraba del todo bien.

- Cariño... ¿Quieres que te hagan esa prueba?

Asintiendo suavemente, enroscó sus brazos y piernas a su cuerpo en forma de abrazo, permitiendo que fuese un niño por una vez. Uno asustado y con preguntas que nadie quería contestar y que no le permitían realizar.

Esa fue la primera vez de Min YoonGi en un psicólogo, allí le hicieron varias pruebas hasta que confirmaron que lo que sufría no era autismo, sino algo mucho menos común.

- Tiene algunos rasgos de autismo, pero me ha dicho que lo que tiene es memoria eidetica.

Fue la primera vez que escuchó aquella palabra, pero ese momento no salió nunca de su mente. Eso explicaba tantas cosas...

¿Cómo era capaz de sacar las mejores notas sin siquiera estudiar un poco?
¿Por qué el leía mejor que el resto aún siendo tan pequeños?

Al fin había descubierto porqué recordaba cada momento de su vida, todo desde que tiene consciencia.

Por eso también recordaba la forma en la que su padre le dijo que solo tenía razones para ser inútil, que no valdría para nada. No firmó el consentimiento para que le ascendieran de curso y le gritó que no debía destacar en ninguno de los sentidos. Le obligó a no hablar con los demás niños, a mirarles mal cuando se acercaban a él para pedirle algo o a hablarle. Fue él quien le obligó a alejarse del resto hasta hacerse invisible.

Ya nadie se daba cuenta de cuando se quedaba dormido en clase, nadie se fijaba en él cuando contraía una enfermedad y, aún con fiebre y náuseas, se quedaba en clase hasta poder ir al baño. Ni siquiera le preguntaban porqué sus ojos estaban siempre rojos e inflamados, su piel tan pálida, su cuerpo tan delgado, las ojeras tan marcadas... Ya ni siquiera se fijaban en las heridas de su cuerpo, en la heterocromía de sus ojos. No se preguntaban porqué no llevaba comida para los recreos.

Ya no le importaba a nadie, porque nadie sabía que existía.

ᴳʳᵃᶜⁱᵃˢ ᵖᵒʳ ˡᵉᵉʳ ʸ ᵛᵒᵗᵃʳ

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Memorias de un idiota 2 «ᴶⁱᵐˢᵘ/ʸᵒᵒⁿᵐⁱⁿ»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora