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Hacía frío en las calles de Seúl, pero no era algo que supiese por mí mismo.

Mi cabeza dolía a horrores...tanto que, sentía que en cualquier momento acabaría cerrando los ojos para no volver a abrirlos jamás, pero todo eso iba quedando un poco de lado tras cada caricia que JiMin dejaba en mi cuerpo.

Las pocas décimas de fiebre que había tenido los días anteriores aumentaron junto al dolor de cabeza y la angustia, lo que me había obligado a quedarme un día más en la pequeña cama junto a mi menor.

Tampoco es como si me molestase...

-¿Te encuentras mejor? - mi mandíbula temblaba levemente por el frío en mi cuerpo a pesar de estar rodeado por los brazos de cierta persona, la misma que puso sus labios sobre mi frente para medir mi fiebre en ese momento - Sigues ardiendo...

Mierda, no. No era la primera vez que pasaba esto y, no, me negaba a meterme de nuevo en aquella estúpida agua congelada para "bajar mi temperatura" cuando yo sentía mis huesos congelarse del frío.

-Yoonnie...sabes lo que toca, ¿cierto?

Jadeé y me encogí sobre mi propio cuerpo con tan solo pensar en esa tortura.

-Debe haber otra forma... - las palabras salieron de mi boca junto el sonido de mis dientes chocar una y otra vez, haciendo evidente mi malestar - No podré soportarlo...moriré de frío, no puedo.

Bueno...puede que exagerase un poco con eso último, pero, enserio, no encontré nada mejor para definir como de mal me sentía.

Un largo suspiro se escuchó salir de lo más profundo de su pecho, sin embargo, no parecía uno relajado, más bien fue uno muy pesado, casi asfixiado.

-Una vez me contaste... - abrí mis ojos lentamente al escuchar titubear al rubio, el que parecía dudar de si seguir o no hablando, cosa que siguió haciendo gracias a mi curiosa mirada- me contaste que, un día, hablando con tu madre, te dijo que cuando era una niña y se resfriaba, ella y sus padres se metían en la cama sin la ropa y se abrazaban para poder conservar el calor en su cuerpo sin que la fiebre subiese porque no tenían suficiente dinero como para comprar medicinas.

JiMin bajó su mirada hasta sus pequeñas manos, con las cuales empezó a jugar de forma nerviosa, como si le diese vergüenza lo que venía después.

-Cuando me contaste eso estábamos pasando por un momento duro, apenas teníamos dinero para el alquiler de nuestro piso y yo por un descuido me resfrié, así que...ya sabes.

Sus grandes y hermosas mejillas cogieron un maravilloso tono rojizo que me dejó en las mismísimas nubes, incluso si apenas podía respirar o si mi mirada era algo borrosa por el cansancio y pesadez de mi cuerpo, no me perdería la oportunidad de perderme en esos pequeños detalles.

-¿Por eso cuando me enfermé la primera vez hiciste eso...? - dije aquello con la esperanza de tener la razón, aunque no negaré que mis mejillas también se calentaron al recordar el momento en el que el menor me acomodó junto a él, compartiendo una única sudadera.

En el momento en el que le vi asentí, sonreí débilmente, tanto como mis energías me permitían.

-¿Y ahora, me has contado esto para...?-el menor volvió a asentir y, aunque se me escapó un estornudo, me pareció una de las cosas más bonitas que habían hecho por mí.

-Solo si tú quieres... - su mano acarició mi mejilla con cuidado, y tras ello solo pude sonreír hasta agotar mis últimas fuerzas, fuerzas que le hicieron más fácil la tarea de desnudarme a Park, el que hizo lo mismo, solo que sin la presión de hacer algo como eso por primera vez. - Avisame si algo te incómoda, ¿de acuerdo?

Sinceramente no vi siquiera una porción de su algo morena piel, no tenía fuerzas ni ganas de pararme a pensar en ello.

Tan solo sabía que tenía aún más frío que antes por mi desnudez.

Tan rápido como empecé a temblar nuevamente, cada parte de mi cuerpo se erizó por completo por un suave contacto, un simple roce que aceleró mi pulsación y calentó mi cuerpo hasta dejar de tiritar.

En un inicio fueron nuestras frentes, más tarde fue el pecho y estómago, cosa que dió lugar a un toque mucho más intimo, uno que me hizo temblar por otras razones agenas a mi enfermedad.

Vergüenza, miedo...

-¿Estás bien? - el aire soltado aterrizó en mi rostro, lo que de cierta forma me volvió a centrar en otra cosa que no fuese aquel cosquilleo en mi columna vertebral.

Los fuertes pero pequeños brazos de Park me sostenían con delicadeza, sus dedos dejaban suaves caricias en mi espalda y nuca y sus piernas se enredaban con las mías.

No estaba bien...estaba mejor que eso.

Como pude bajé un poco mi posición en la cama para poder esconder mi rostro en su pecho, con mi oído en el lado izquierdo de su pecho, justo encima de su ruidoso corazón.

Estuve tan absorto en sus caricias y los latidos de su cada vez más calmado corazón que ni siquiera recordé aquel pequeño detalle que se encontrá en mi vientre y columna, aunque tampoco es que al causante de ello le importase mucho.

Al menos...no lo hice hasta volver a despertar, claro que, entonces ya fue muy tarde para cambiar lo ocurrido.

-'Capítulo 202.Remedios de un amante.'

Memorias de un idiota 2 «ᴶⁱᵐˢᵘ/ʸᵒᵒⁿᵐⁱⁿ»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora