Déjame vivir, Park...

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Los delgados y largos dedos se movían sobre la superficie monocroma de manera desorganizada creando una enorme tensión en un chico pelinegro que solo quería encontrar la estabilidad que se le había sido arrebatada desde que decidió hacerle caso a Namjoon.

El sonido que produjo la desesperación de Yoongi al no conseguir lo que ansiaba fue estridente. Apoyó rendido ambos codos en las teclas, recargando así el rostro contra sus manos. Un suspiro lleno de consternación se unió al bullicio lamentable que estaba saliendo desde que pisó su salón favorito, esa tarde, con aquel instrumento que tanto adoraba.

«¿Por qué carajos había besado a Jimin?», se cuestionó nuevamente. Porque esa pregunta no se iba de su cabeza ni cuando pudo conciliar el sueño después de dar múltiples vueltas en su cama.

Es que su intención había sido esa desde el principio; tenía que convencer al señor Park que ellos eran una pareja de verdad, pero ese beso solo iba a quedar en su frente. Jamás estuvo en sus planes algo tan osado y desubicado como hacerlo justamente en sus labios.

Su problema empezaba cuando se dejaba guiar por su parte emocional.

Levantó su cabeza para moverla por ambos lados. «Aquello solo fueron mis estúpidos impulsos primitivos al tener a un chico atractivo cerca después de mucho tiempo». Frunció su boca mientras sus gestos faciales se tornaban rígidos. «Y no, no es que Jimin me parezca de esa forma, más bien solo era un mocoso revoltoso. No había nada en especial en él», concluyó de mala gana.

Resopló por enésima vez, recuperando su postura de aparente serenidad, pero con un leve decaimiento en sus hombros.

«De acuerdo, Yoongi, no seas un inmaduro, el mocoso tiene lo suyo —se habló a sí mismo—, por eso tu mente se desequilibró y no logró razonar como es debido. Sí... eso tenía que ser».

—Déjame vivir, Park...

—¿Qué sucede, hyung?

El ligero brinco que dio era de lo más tierno a los ojos castaños del otro, por lo que su sonrisa fue inevitable. Yoongi, tras enfocar su mirada en el otro, una ola de amargura se instaló en él.

—Ni siquiera te preguntaré por qué estás aquí, solo vete.

La sonrisa de Hoseok se desvaneció. Trataba de no tomarlo a pecho, pero eso no evitaba que saliera un poco herido. No estaba acostumbrado a que se dirigiera a él de manera tan fría.

Hace un rato se había liberado de sus clases porque su profesor de Historia de la Danza había faltado por problemas de salud, entonces aprovechó en ir a ver a Yoongi —ya que se había aprendido de memoria su horario— para disfrutar de la hermosa melodía que él siempre lograba recrear. Cuando tenía tiempo, lo contemplaba en silencio; tampoco quería ser una molestia todos los días, pese a que moría por hacer cualquier cosa junto a su persona favorita como años atrás.

Sin embargo, no pudo mantenerse apartado al notar que algo estaba preocupándolo. Ingresó lentamente para asegurarse que estuviera bien, pero solo pudo encontrar mucha tensión en él.

—¿Tus padres están bien? ¿Jungkook ha tenido algún problema? ¿O es Namjoon? —Sabía que estaba por insultarlo. Él odiaba cuando se metían en su vida, más en sus conflictos, pero eso no le importaba.

Yoongi entrecerró sus ojos mientras que en su rostro solo había una extraña mezcla de enojo e inexpresión.

—Ya estoy harto de repetirlo. ¿Qué es lo que esperas? —Se levantó sin dejar de mirarlo fijamente—. ¿Qué te perdone? Jamás. ¿Darme explicaciones? No las quiero.

Pese a ello, Hoseok se aproximó aún más.

—Ahora solo espero que me digas qué es lo que te pasa. —El otro bufó—. Sé que no me quieres cerca, pero antes de ser novios fuimos amigos, nuestra confianza fue tanta que pudiste decirme lo mucho que te afectaba la lejanía de tus padres. ¿Es eso de nuevo?

Enamorado del mejor amigo de mi hermano [EMAH] | yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora