Cada vez me enorgulleces más

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Jiyong entendía que tuviera que pasar el día en un hotel, ya que Chaerin les debió comentar a sus hijos sobre su separación, lo que haría que el ambiente entre ellos se tornara extraño si llegaba de buenas a primeras a la casa.

Sin embargo, que ella le haya pedido que se encontraran de frente en un juzgado, mediante un mensaje, carecía de sentido para él.

Aunque cuando se estaba estacionando frente al lugar, concluyó que sería la forma más rápida de anular su divorcio. Jiyong sonrió en grande. Sabía que su esposa, todavía la consideraba como tal, pronto iba a recapacitar. Su amor siempre podía contra todo, y esta vez no sería la excepción.

Pese a estar un poco perdido al entrar, un abogado que parecía ser de su edad, de inmediato lo guio a un salón donde también estaría Chaerin.

Jiyong estaba tan ansioso por verla otra vez, que no esperó que lo primero que recibiría sería una fuerte bofetada que lo dejaría desorientado por varios segundos hasta darse cuenta de quien se lo había tirado.

—A-amor... —titubeó él con desconcierto ante la hermosa, pero alterada mujer que tuvo que ser frenada por el abogado que lo había traído, al retener su brazo ya alzado.

—¡No vuelvas a llamarme así en tu vida! —Chaerin se soltó del abogado—. Porque lo único que ahora quiero de ti es que te comportes como el padre que se supone debes ser.

Jiyong alternó su mirada entre ellos. Este no era el reencuentro que esperaba.

—¿De qué estás hablando?

—Déjame refrescarte la memoria, Jiyong. —La calma que Chaerin se obligó a tener solo evidenciaba lo filosa que estaba su voz—. Porque además de olvidar que Yoongi es tu hijo, te atreviste a manipularlo para callarlo y lo que es peor... ¡no lo denunciaste!

Esas últimas palabras hicieron ruido instantáneo en la cabeza de Jiyong, terminando por comprender la situación y causándole a la vez un amargor en la boca.

Porque no se sentía precisamente orgulloso de la reacción que adoptó en ese momento.

—Él te lo dijo...

—Sí, lo hizo. —Chaerin dio un paso amenazante hacia él—. Y ahora mismo vamos a que declares o juro que-

—Lo haré. —La inmediatez de su respuesta la contrarió—. No soy un monstruo, Chaerin.

Lo dicho por él la hizo volver en sí, con sus ojos destellando de cólera reprimida.

—Pues ahora no puedo verte de otra forma.

Jiyong sintió que su corazón se fue resquebrajando, mientras la mujer de sus sueños lo esquivó con un odio que jamás imaginó que le daría.

Es que comprendía su enojo, no hizo bien en ocultárselo; sin embargo, nada hubiese cambiado si no lo hacía. Yoongi al ser un hombre, encima homosexual, tenía todas las de perder en la justicia coreana. Era más fácil que continuara con su vida y ya.

A fin de cuentas, ese tipo de situaciones siempre serían una de las tantas consecuencias que las personas con esos gustos debían atenerse. Así le doliera, Yoongi había hecho su elección y solo le quedaba aguantar hasta que fuera verdaderamente consciente de su realidad.

Una donde la sociedad jamás lo aceptaría.

Aquel pensamiento se reforzó cuando, después de que el abogado los dirigiera a un nuevo espacio del juzgado, distinguió a sus dos hijos en uno de los sillones pegados a un extremo junto a un chiquillo de cabello rosado, quien sostenía la mano de Yoongi de un modo que resultaría enfermizo para cualquiera.

Enamorado del mejor amigo de mi hermano [EMAH] | yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora