Mi niño...

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Habían pasado un par de semanas, lo que completaba el mes exacto que Jimin llevaba viviendo en la casa de los Min, sin repetirse ningún hecho relevante entre ellos, lo cual agradecía porque su hyung ya había tenido suficientes altibajos.

Aunque evitaba pensar que tampoco había sucedido algo entre ellos. Sí, habían compartido uno que otro beso, pero ahí quedó. Él mismo se obligaba a controlarse cuando su cuerpo pedía más, recordando todo lo que Yoongi había pasado. No quería dañarlo de alguna forma.

Además, se sentía en paz con solo estar siendo rodeado por los brazos de su hyung, haciéndole olvidar cualquier inseguridad mientras sus mejillas se llenaban de rubor junto al revoloteo de su estómago.

Justo como ahora que él estaba tomando su mano con suavidad, pero dejando una impresión de firmeza que aún lo confundía al usarlo, especialmente, ante Wheein.

Porque Yoongi no se había tardado en adoptar esa postura en el instante que ella entró a su casa debido a una reunión que había acordado para informarles cómo iba el proceso de la custodia, mirándola con recelo en cada acción que consideraba fuera de lugar.

—El avance que está teniendo tu padre ha sido validado por el perito psicológico que lo está supervisando una vez por semana. —Afortunadamente, Wheein estaba más concentrada en su explicación, que en otra cosa—. Es lento y exiguo, pero igual está siendo consistente para el juzgado.

En los ojos marrones de Jimin surcó un pequeño rayo de esperanza.

—Eso quiere decir que mi papá tendría más oportunidades de ganar, ¿verdad?

—Todavía no podemos cantar victoria, pero todo parece marchar a como se planeaba. —Ella le brindó una corta mirada—. Además-

—¡¿Qué hace esa mujer aquí?!

Aquel grito de Jungkook alarmó a quienes estaban sentados en los sillones de la sala, excepto a Wheein que, sin poder verlo aún ya que estaba en el lado contrario de la escalera, pudo reconocerlo.

—Tranquilo... —dijo automáticamente Jimin al fijarse que su amigo ya estaba tensando su rostro al pie del último escalón.

Hace poco les había comentado a sus dos mejores amigos sobre la tenencia de los mellizos, pero había omitido el gran detalle de la abogada con el recordatorio que lo haría después, cuando todo estuviera mejor, pero lo había olvidado por completo. Lamentó ese descuido y la mala suerte de que precisamente fuera Jungkook quien la viera primero.

—Pensé que se había largado para siempre.

Wheein ladeó la comisura derecha de su boca, girando hacia el menor.

—También es un gusto volver a verlo, joven... Min. —Se quedó callada al darse cuenta del apellido—. Hermanos... cómo no lo supe antes, si el encanto viene de familia.

Al ser la hija del Director donde ellos estaban cursando sus últimos años de escuela, pudo conocer, aunque sea de vista, a la mayoría de los estudiantes cuando iba a visitar a su padre en el trabajo. Fueron varias veces, las cuales aumentaron cuando comenzó a relacionarse con Jimin.

No fue adecuado lo que sintió en el pasado, lo sabe, pero fue algo que no pudo controlar cuando él venía hacia ella con sus ojos iluminados y con el corazón en sus manos, estando dispuesto a luchar por un amor que, desde un inicio, no debió ser posible. Pero fue egoísta y solo permitió que las ilusiones continuaran.

Sin embargo, hubo una oportunidad en la que la realidad empezó a golpearlos. Los amigos de Jimin estaban buscándolo por los alrededores de la escuela al no encontrarlo para que se fueran juntos a su casa. Ellos confiaron en que nadie los vería al estar tan apartados, pero Jungkook ya lo sospechaba, Wheein lo supo por la forma en la que se dirigió a ella al ser atrapados.

Enamorado del mejor amigo de mi hermano [EMAH] | yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora