Tú... ¿no quieres que seamos novios?

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Había pasado una semana y media desde ese día.

Yoongi creyó haber aprovechado todo ese tiempo en acomodar sus ideas, pero no, su mente se empeñaba en seguir oponiéndose entre sí; enumerando una lista interminable de todo lo que podría salir mal, y a la vez no dejaba de crearle ilusiones de un futuro con el niño rosa.

Lo cual empeoró cuando, siendo motivado por los besos de Jimin, planeó su segunda cita con él.

Su cabeza estaba por explotar de tanto pensar, pero ni eso disminuyó las ganas que tenía de sorprenderlo para poder contemplar su hermosa sonrisa de ojos y ese sonrojo que-

«¡Joder! Te llevas toda mi atención, mocoso», se reclamó a sí mismo.

Aunque no pudo evitar que sus encías se mostraran ante la subida involuntaria de las comisuras de su boca, mientras bajaba las escaleras de su casa con soñadora desatención.

Si tan solo fuera capaz de verse en ese instante, sus mayores miedos hubieran empezado a desaparecer, al menos por ese día.

De pronto, una contagiosa melodía captó su atención.

Sin embargo, lo que más le extrañó fue darse cuenta que la canción que sonaba en la sala era del género jazz, el cual su madre siempre escuchaba cuando estaba feliz.

Yoongi se movió para descubrir que ella estaba prácticamente bailando al compás de la música mientras limpiaba.

Chaerin, por su parte, continuó tarareando y sacudiendo los muebles, estando ajena a la inspección de su hijo, por lo que pegó un brinco cuando se encontró con la intensa mirada de este.

—¡Yo ya no estoy para estos sustos, Yoongi! —Se tocó su pecho acelerado.

Yoongi entrecerró sus ojos negros, sin dejar de observarla cautelosamente.

Desde lo que había sucedido en la cena con los Park, su madre había actuado extraño. Bueno, más de lo normal.

De hecho, ella no suele comportarse de manera convencional con sus hombrecitos. Parte de ello, se debía a que su mente se había quedado en la época donde ellos aún eran unos niños, así que Yoongi estaba acostumbrado a sus inesperadas reacciones.

Sin embargo, su madre siempre estaba muy enfocada en su trabajo, no permitiendo desconcentrarse ni con el mínimo ruido. Por lo que, el sinfín de risas que le escuchó de la nada mientras elaboraba el diseño de un nuevo anuncio, lo alertó desde ese día.

—Estás muy... feliz —le dijo con doble intención cuando estuvo frente a ella.

—Como siempre, Yoonie~ —Chaerin le sonrió, sacándose el polvo de las manos con la tela de su pantalón de algodón—. ¿Vas a salir con Jimin-ah?

Las mejillas de Yoongi enseguida se tornaron rojas, asintiendo a duras penas.

—Vo-voy a tardar.

Aquello divirtió a su madre, quien no dudó en molestarlo un poco.

—¿Eso significa que llegarás a dormir a casa o no?

Ahora todo su rostro quemaba de pura vergüenza, gruñendo por lo bajo debido a la risa que Chaerin ni siquiera intentó ocultar. Porque era evidente que no lo preguntaba con verdadera preocupación, ella solo quería fastidiarlo.

Yoongi permaneció en silencio hasta que ladeó un poco sus labios.

—Hablando de él... —Empezó a decir con fingida naturalidad—. ¿Cómo es que conoces a su padre?

La risa de Chaerin fue frenada de golpe, convirtiéndose en una penosa carraspera.

—Yo-yoonie... se te debe estar haciendo tarde y no quieres hacer esperar a Jimin-ah. —Lo empujó suavemente a la puerta, pero él no cedió, como si fuera una pesada roca pegada a la tierra.

Enamorado del mejor amigo de mi hermano [EMAH] | yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora