Es imposible que puedas ser más dulce, ¿verdad?

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—Yoonie... tengo que ir al baño.

Fue lo primero que dijo Jimin mientras se levantaba de la mesa después de que la presentación acabara.

—Te acompaño —se ofreció Yoongi al instante.

—¡No! —se sonrojó el otro—. Espérame un rato aquí, ¿sí?

Yoongi suspiró, mientras veía cómo el menor se marchaba.

Su cena ya había terminado y aún no le había podido agradecer el tan hermoso detalle que tuvo con él. Jamás había imaginado tener una cita así.

—¿Min Yoongi?

Aquella voz llamó su atención, arrugando más las facciones de su rostro al toparse con una mujer, que parecía bordear los 40 años, viéndolo con una sonrisa.

—¿Quién es usted? —le preguntó de manera cortante. No la conocía.

Sin embargo, ella agrandó su expresión amigable hacia él.

—Soy Irene. —Dio un paso hacia atrás, señalando la salida con su cabeza—. Acompáñeme.

Yoongi la miró con desconcierto, optando luego por ignorarla hasta que Jimin regresara.

Pero la mujer seguía insistiendo con lo mismo.

—¿Puede retirarse? Estoy esperando a alguien.

—Lo sé. Espera a Jimin-ah, ¿cierto?

Bien, ya estaba por alterarse.

—¿Cómo lo conoce?

—Si me acompaña, se lo digo.

Irene fue la primera en avanzar, dejando atrás a un desconfiado pelinegro que no supo por qué, pero terminó por acceder después de que Jimin no contestara sus llamadas, aunque igual no paró de buscarlo en cada pisada que daba.

Sin embargo, eso cambió rotundamente cuando la mujer los hizo ingresar a un ascensor que no parecía tener final.

—¿Me va a decir o ya tengo que estar llamando a la policía? —Yoongi soltó la pregunta de golpe al fijarse que habían llegado al último piso del hotel.

Irene no pudo evitar una carcajada.

—Me declaro inocente. —Ella tiró del ventanal corredizo que estaba frente a ellos para luego indicarle con la mano que pasara—. Él... no tanto.

Yoongi estaba por volverse loco, solo entraría al lugar para acabar con ese maldito circo y quejarse con el administrador del hotel mientras hacía hasta lo imposible para encontrar a Jimin.

Aunque todo eso quedó en el aire cuando sus ojos negros se encendieron instantáneamente en él.

Jimin sonrió un poco avergonzado, estando de pie en el centro de una de las terrazas privadas del hotel.

—Gracias, Irene Noona.

Ella le guiñó un ojo con complicidad.

—Cuando quieras, corazón —le dedicó una sonrisa a ambos, añadiendo—: Diviértanse. —No tardó en cerrar el ventanal para luego irse como si nada.

—Estaba a punto de denunciarla, ¿sabías?

Pese a lo resentido que se escuchó Yoongi, fue rápido hacia él para rodear su cintura.

—Lo siento. —Jimin se mostró apenado—. Ella era la mejor amiga de mamá y... me estaba ayudando en esto.

Y sí que lo hizo cuando estuvo por ser atrapado por empleados que, lamentablemente, lo reconocían como hijo de la difunta heredera. Los cuales eran pocos, pero seguían siendo la cantidad suficiente para poder irle con el cuento a Kang Sora.

Enamorado del mejor amigo de mi hermano [EMAH] | yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora