Tampoco dejaría que te vayas

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—¿Hay algo más que quieras compartir?

El hombre sentado frente a Jimin estudiaba su rostro conflictuado con verdadera preocupación, ya que lucía así desde que comenzó la sesión que acordó con él como todos los fines de semana que iba al Centro Psiquiátrico.

No habían pasado muchas sesiones, pero fueron las suficientes para que la palidez que últimamente tenía el hijo mayor de su paciente a cargo, fuera desapareciendo.

A pesar de las normas impuestas de la institución, el psicólogo James no podía seguir al margen de su sufrimiento, menos cuando él entendía a la perfección lo que era perder a alguien de tu familia de un día para otro.

No vio morir a su esposa, pero junto a ella presenció cómo la vida de su pequeño de apenas 7 años se le era arrebatada de golpe, y todo también por un accidente automovilístico en una de las calles más nubladas de Londres.

Ni mudándose con su pareja a Corea, quien es originaria de allí, logró superarlo, aprendiendo ambos a solo vivir con ello.

Sin embargo, esto era más sencillo cuando se trataba de sus pacientes; su experiencia le ayudaba a realmente ponerse en sus zapatos, estando seguro que se repondrían, aunque sea, a su dolor porque a la pérdida en sí, les llevaría años manejarlo —él lo sabía a la perfección— porque caen en cuenta que jamás entrarían en algún tipo de amnesia con esta.

Lo cual, pese a todo, agradece.

Porque James no sería capaz de continuar con su vida si no tenía la imagen sonriente de su niño en su memoria, con su diente superior torciéndose como en Jimin. Su hijo estaría por cumplir sus 20 años en vida, y aún así sospechaba que luciría con la misma pureza que el adolescente delante suyo.

A veces pensaba en ello, llegando a la conclusión que su preocupación extra hacia Jimin era porque él le recordaba, en parte, a su pequeño y en lo indefenso que hubiese quedado si los muertos en aquel accidente, hubiese sido cualquiera de los dos.

—¿Joven Park? —El psicólogo volvió a tratar de llamar su atención y el pestañeo que hizo le hizo saber que esta vez, funcionó.

Jimin, sin realmente notar que se había perdido en su mente por un momento, sacudió la cabeza ligeramente.

—Eh... lo siento, doctor Corden, estaba... —Apretó sus labios, estando inseguro de seguir—. N-no es nada.

Se levantó del asiento con una inestabilidad que no pasó desapercibida por James, pero él no dijo nada al respecto. Desde que lo conoció, no lo ha presionado a hablar, ni siquiera cuando lo descubrió llorando en uno de los pasillos solitarios del Centro Psiquiátrico, lo que le sorprendió fue saber que no solo lo hacía por su familia.

—De acuerdo —dijo el psicólogo con naturalidad, tomando de nuevo su lapicero para anotar en su agenda—. ¿Vas a poder venir el próximo sábado para la siguiente sesión?

Jimin juntó sus manos con nerviosismo, moviendo sus dedos entre sí, pero finalmente terminó por asentir para después inclinarse a modo de despedida.

—Hasta luego, doctor Corden... y gracias por lo de hoy.

James esbozó una imperceptible sonrisa.

—Si de verdad te está sirviendo, no es necesario que me agradezcas cada vez que nos vemos, muchacho. —El comentario hizo que las facciones del rostro de Jimin se relajaran un poco—. Creéme que es suficiente con ver la tranquilidad de mis pacientes y sus familiares.

Tranquilidad...

Eso era algo que Jimin ciertamente no estaba consiguiendo al notar cómo el estado de su hyung decaía con el pasar de los días y no podía hacer nada más que estar para él mientras ambos fingían que todo seguía en orden ante el pedido silencioso de Yoongi.

Enamorado del mejor amigo de mi hermano [EMAH] | yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora