Prólogo.

200 25 1
                                    

Sabes que estás en el momento que posiblemente podría ser el más feliz de tu vida, cuando te das cuenta de que quieres que ese momento jamás termine. Y yo recuerdo ese momento con todo lujo de detalles, porque fue en el mismo instante, en el que me dí cuenta de que me había enamorado de el.

—¿Has pedido ya un deseo? —susurró en mi oído, haciéndome cosquillas. El roce de su aliento en contacto con la piel de mi cuello y detrás de mi oreja me hizo estremecer.

—Creo que sí. —Tenía la cabeza echada sobre su hombro, mientras él me agarraba la cintura por detrás—. Pero no te lo puedo decir, porque si no, no se cumple.

—Oh venga, ¿quién será el que se a inventado esa tontería? —Él se rió.

—No lo sé, pero, ¿no has oído nunca eso de que si cuentas tus planes en voz alta al final no suceden?

—No, pero ahora entiendo muchas cosas. —Su mano con la que no me sujetaba por detrás se entrelazó con la mía y pude sentir un cosquilleó recorrerme todo el cuerpo. Mi corazón se aceleró, al igual que mi respiración. Entonces no quise que acabara. Entonces supe que ya no había marcha atrás.

El cielo nocturno era un manto de estrellas sobre nosotros y lo único que podía escuchar, eran las risas de todos de fondo y el fuego de la hoguera que acababan de hacer. Estábamos esperando a ver la lluvia de estrellas fugaces y cuando vimos la primera, mi deseo fue instantáneo. 

Que todos los días fueran igual de especiales que ese.

Cerré los ojos y empecé a tararear una canción que sabía que el reconocería al instante. Y supe que lo hizo cuando le escuche sonreír.

Entonces mi momento mágico fue interrumpido.

—Sammy, ya hemos conseguido hacer el fuego. ¿Por qué os habéis venido aquí? Llevo un rato buscándote. —Me giré para mirar a mi hermana y ella sonrió. Nos habíamos puesto sólo a unos pocos metros de distancia, pero en la oscuridad del monte nocturno era comprensible que no nos encontrara.

—Perdón, íbamos a dar una vuelta y hemos acabado aquí viendo las estrellas. 

Volví a mirar hacía el cielo.

—¿Habéis visto algo ya? Erin cree haber visto dos. Pero yo aun no he visto ninguna. —Hizo un puchero—. Supongo que tendré que seguir intentándolo.

—Suerte —dije, guiñándole el ojo. Ella sonrió y se dio media vuelta para volver con los demás.

—¿Tú sabes ya que vas a pedir? —Le susurré mirando como sus ojos brillaban mirando el cielo a pesar de la oscuridad. Él asintió.

Que todos nuestros sueños se hagan realidad.

HOPEFULLY  [COMPLETA Y EDITADA] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora