4. Domingo de fiesta.

77 20 0
                                    

Era muy temprano por la mañana cuando mis ojos se abrieron de par en par.

Miré la hora en mi teléfono, que se encontraba en el suelo al lado de la colchoneta. Eran las seis y treinta y siete minutos de la mañana. Normalmente, aunque me costara dormir, cuando por fin lo conseguía solía ser del tirón durante toda la noche. Pero este no había sido el caso. Era la tercera vez que me despertaba y a diferencia de las anteriores, ahora sentía la necesidad de levantarme. Sobre todo, porque tenía que ir al baño.

¿Pero, dónde demonios estaba el baño?

La noche anterior cuando nos cambiamos para ponernos el pijama fue en el cuarto de Erin, por lo tanto, también nos desmaquillamos e hicimos lo necesario en el baño de la habitación. Pero meterme en su cuarto sin su permiso no me parecía adecuado, así que, me levanté y me puse a buscar el baño principal de la casa.

Aún estaba un poco adormilada, por lo que no me di cuenta de que, ni Eric, ni Ian, se encontraban en la alfombra del centro de la tienda de campaña, donde habían dormido aquella noche.

La casa era enorme y di unas cuantas vueltas antes de encontrar el cuarto de baño, pero cuando lo hice, la puerta no se abría. Tenía echado el pestillo, así que pensé en seguir buscando, ya que podría ser una habitación y obviamente no quería molestar. Pero al instante, recordé que las únicas personas que estábamos en la casa nos encontrábamos en la tienda de campaña. Entonces, mi mente aturdida por el adormilamiento me hizo reaccionar y antes de que pegara a la puerta para preguntar si eso era el baño, la puerta se abrió.

—Buenos días —susurró Ian, en cuanto me vio. No me había fijado hasta ese momento en lo alto que era. Al parecer todos en esa familia lo eran—. ¿Buscabas el baño? —preguntó, señalando la puerta—. Si es así, lo has encontrado.

—Sí, gracias. Por cierto, ¿te encuentras bien? No tienes muy buena cara. —Le dediqué una mirada preocupada. La verdad es que se veía fatal, a pesar de la oscuridad que envolvía la sala.

—No he pasado muy buena noche... Hacía tiempo que no bebía tanto y mucho menos de golpe. Pero después de dormir, me encuentro mejor. —Él me dedicó una sonrisa de boca cerrada y añadió—: Gracias por preocuparte.

—Por nada —Le devolví la sonrisa—. Si necesitas algo, ya sabes. Ahora somos compañeros.

—Igualmente. —Sonrió de nuevo y asintió.

En seguida ambos distinguimos un movimiento por el pasillo y dirigimos nuestra mirada hacia allí, para darnos cuenta de que era Eric. Estaba sudando, llevaba una toalla alrededor de su cuello y no tenía camiseta. Él nos miró también y elevó una ceja.

No me puedo creer que Nelly haya vuelto a tener razón.

—¿Qué hacéis aquí los dos a estas horas? —Por su tono de voz, parecía entre confundido y molesto.

—Buenos días a ti también, primo. —Ian bostezó, cubriéndose la boca con una mano—. ¿Deporte mañanero?

—Necesitaba pensar y he salido a correr temprano. ¿Y vosotros? No habéis respondido a mi pregunta—. Su actitud estaba empezando a molestarme.

—Solo nos hemos encontrado y estábamos hablando, pero, ¿qué importa eso? —Ian parecía confundido.

—Curiosidad —respondió de forma seca.

—Genial, pues ahora que están todas tus dudas resueltas, yo me vuelvo a dormir —dijo Ian, pasando por al lado de su primo y dándole un toque suave en el hombro. Después desapareció dirección al jardín.

Le eché una mirada rápida a Eric y sin decir palabra, entré en el baño. Cuando salí, escuché unos pasos detrás de mí que me hicieron acelerar el paso hasta el jardín y, cuando estaba en la sala a punto de salir, él hablo.

HOPEFULLY  [COMPLETA Y EDITADA] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora