8.Confesiones.

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Sueño.

Eso era lo único que tenía en la cabeza. Me estaba quedando dormida en el coche mientras volvíamos a casa por la mañana. 

Al final teníamos razón en eso de que no conseguiríamos dormir nada, ya que pasamos toda la noche hablando, escuchando música y contando anécdotas.

Llegamos a casa a eso de las 9 de la mañana. Mamá y papá no estaban, nos habían dicho en la llamada del día anterior que probablemente saldrían temprano para hacer algunas compras al centro, así que cuando Ian aparcó en la puerta de casa, entramos todos para desayunar juntos. Ya lo habíamos hablado también aquella noche.

—¿Qué queréis comer? ¿Tostadas de mermelada de fresa, mora o melocotón, de mantequilla, de crema de cacahuete? O también hay cruasanes rellenos de chocolate, bollos de crema... —Nelly habló demasiado rápido.

—Me he perdido. —Dijo Ian riendo.

—¿Y si mejor sacamos la comida y ya cada uno que coja lo que quiera? —Pregunté.

—Vale. Por mi bien. —Asintió Erin.

Sacamos las mermeladas y demás cosas que Nelly había mencionado para las tostadas, así como el pan de molde, los cruasanes y los bollos.

Lo pusimos todo sobre la gran isla de la cocina. Al rededor de esta, se encontraban las sillas donde nos sentamos después.

—Esperad, se me olvidaba lo más importante. —Nelly se levantó para darse la vuelta y sacar la tostadora de dentro del mueble de la cocina. —Os presentó a Rebecca. 

La historia de nuestra tostadora era un tanto extraña, cuando Nelly y yo eramos pequeñas, le pegamos en la parte de arriba una especie de orejas de oso y como la marca se llamaba Revenna, nosotras en nuestra inocencia la llamábamos Rebecca. Y aunque ya habíamos crecido, la seguíamos llamando así para mantener el recuerdo. Mientras la tostadora siguiera funcionando así sería.

—¿Rebecca? —Se rió Erin. —¿Le habéis puesto nombre? —Preguntó extrañada.

—Es una tontería de la infancia. —Advertí. 

—Pues menuda tontería más tierna. —Axel empezó a acariciar las orejas de oso que le pusimos a la tostadora.

—Gracias, es lo más parecido que hemos tenido a una mascota... —Nelly suspiró dramáticamente mirando la tostadora e hizo puchero.

—Sí. Siempre hemos querido un perrito, pero nuestros padres nunca han estado del todo de acuerdo con tener mascotas en casa. —Rodé los ojos. 

—Es una pena. Nosotros de pequeños teníamos un hámster cada uno. —Habló Erin sonriendo. —Se llamaban Dora, Hipo y Venus. 

—Yo me acuerdo de ellos, Dora siempre intentaba morderme. —Ian puso los ojos en blanco un segundo. —Esa hámster me odiaba.

—No te odiaba, sólo quería jugar. —Erin justificó a su hámster.

—Sí, si te odiaba. —Axel se rió y mordió un bollo de crema. —Hipo era el mejor. —Le susurró a Ian y este asintió.

—No voy a discutir por eso ahora. —Aclaró Erin. —Pero bueno, tal vez algún día consigáis convencer a vuestros padres pero si no, cuando os independicéis podéis adoptar algún animalito. 

—Tienes razón, y cuando me vaya a vivir con Chase, vamos a adoptar tres perros y tres gatos. —Nelly tenía bastante claros algunos puntos sobre su futuro desde hacía tiempo, y ese era uno de ellos. —Por cierto, se me olvidaba. ¿Queréis tomar café o Nesquik? 

HOPEFULLY  [COMPLETA Y EDITADA] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora