32. El plan.

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SAM.

En medio del odio, me pareció que había dentro de mí, un amor invencible. En medio de las lágrimas, me pareció que había dentro de mí, una sonrisa invencible. En medio del caos, me pareció que había dentro de mí, una calma invencible.

Me di cuenta, a pesar de todo, que... En medio del invierno, había dentro de mí, un verano invencible. Y eso me hace feliz, porque no importa lo duro que el mundo empuje en mi contra, dentro de mi, hay algo más fuerte, algo mejor, empujando de vuelta.

—Vaya... —Ian susurro—. ¿Así acaba el libro?

—Sí... —murmuré, releyendo esa parte—. La primera vez que lo acabé, estuve investigando y descubrí que este final no es de la autora del libro, si no de un texto llamado «El verano invencible» de Albert Camus.

—Interesante... —Él estaba tumbado boca arriba en la cama de mi habitación, con una pierna sobre su rodilla, los brazos debajo de su cabeza y la vista perdida en el techo—. Me preguntó si... Todo el mundo tendrá esa fuerza interior.

—Yo estoy segura de que sí —dije, pensativa—. Solo necesitamos fortaleza y ganas de descubrirla.

—¿Sabes una cosa? —Sonrió para sí mismo y giró su cabeza para mirarme—. Yo creo que... —Hizo una pausa, dudando si hablar o no, pero cuando se dispuso a hacerlo, escuchamos pasos acelerados que venían de abajo, seguidos de un grito aullador. Ian y yo intercambiamos una mirada y se levantó de la cama para mirar por la ventana—. Ya han llegado Erin y Eric.

—Que rápido —dije, mirando el reloj de la pared.

—Habrán tenido suerte. —Se rió y se apartó de la ventana para dirigirse abajo. Yo fui detrás de él y comenzamos a bajar las escaleras.

—¿Suerte? —pregunté—. Pensaba que fuiste tú quien dejó las pistas. ¿No será que querías que tus tíos se fueran cuanto antes para poner el marcha el plan lo antes posible?

—¿Yo? —Se señaló a sí mismo dramáticamente—. ¿Qué pruebas tiene usted contra mi, señorita? —dijo, haciéndome reír.

—Liam —llamé al más pequeño de los Metz, que se encontraba en la sala jugando a video-juegos con Axel y Nelly. Le hice una señal para que me acompañara a la cocina, ya que, en cuanto Nick y Wanda abandonaran la casa, el plan daría comienzo. Y habiendo llegado Eric y Erin, había que empezar a poner en marcha la cena romántica.

Mientras Liam se lavaba las manos en el fregadero, yo me dispuse a sacar los ingredientes de los muebles de la cocina.

—¿Qué vamos a preparar al final? —preguntó.

—Espaguetis —dije, enseñándole el paquete que acababa de sacar del armario alto de madera de la cocina—. Como en «La dama y el vagabundo».

—¿Solo espaguetis? —preguntó, extrañado—. ¿Y las albóndigas? 

—¿Cómo que albóndigas? —Ian preguntó, cuando entró en la cocina. Eso mismo me estaba preguntando yo—. ¿Qué dices de albóndigas? 

—En la película «La dama y el vagabundo», Reina y Golfo no comen solo espaguetis, comen espaguetis con albóndigas —aclaró Liam—. ¿En serio no os acordáis? ¡Si esa escena es súper mítica! —Ian y yo intercambiamos una mirada, pensando en la cagada que había sido, no recordar justo ese pequeño detalle. 

—¡No me jodas! —exclamé, indignada. Era increíble que fuera idea mía la de preparar una cena romántica, como en «La dama y el vagabundo» y ni si quiera recordara el plato completo.

HOPEFULLY  [COMPLETA Y EDITADA] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora