11. Yo quiero ver una película de terror.

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No podía creerlo. No podía entenderlo. Había intentado confiar en Eric, llevarme bien con él, dejarme llevar con él. Y él lo había desperdiciado todo. Había tirado por la borda todas mis intenciones de querer algo más allá de la amistad. Ya ni si quiera quería tenerlo como amigo. No quería ni verlo.

Había estado jugando conmigo a tener una relación de amigos que se gustan, mientras estaba engañando a Leia. Esa pobre chica había sido manipulada y engañada. Eric ni si quiera la quería, solo la estaba usando. Y lo más probable era que a mí también.

Tenía suerte de no sentir nada realmente fuerte hacia Eric, porque ¿y si hubiera sido así? Si mis sentimientos hubieran sido otros, estaría rota.

Me paré en la acera de enfrente de la casa, mirando en mi teléfono donde se encontraba la parada de autobús más cercana. No tenía ni idea de cómo volver a casa.

—¡SAM! —Al alzar la vista, me encontré con Erin, exaltada, andando lo más rápido posible hasta llegar hasta mí—. Joder, como corres, tía. —Se agachó, posando sus manos sobre sus rodillas e intentando recobrar la respiración.

Yo apoyé mi mano en su espalda y la ayudé a recomponerse.

—¿Estás bien?

—Sí, no te preocupes. —suspiró—. ¿Tú cómo estás?

Enfadada. Muy enfadada. Con ganas de matar a tu hermano para no tener que volver a verlo nunca más.

—Estoy bien. Tú tenías razón y yo debería haberte hecho caso. No tenía que haberme fiado de Eric. Entiendo perfectamente lo que has hecho si ha servido para abrirnos los ojos.

—¿Entonces no estas enfadada?

—Sí, estoy muy enfadada, pero no contigo.

—Espero que a Eric no se le ocurra venir mañana con nosotros al cine. Aunque dudo que se haya enterado de que tenemos ese plan.

—Sí, se ha enterado. —Rodé los ojos—. Yo misma se lo he dicho hoy.

—No te preocupes, ya se me ocurrirá cualquier cosa para dejarlo en casa.

—No importa. En serio. Que haga lo que le dé la gana. Yo lo único que necesito ahora es volver a mi casa.

—Yo te llevo, vamos a coger el coche de Eric para joderlo un rato.

Erin rio y dio media vuelta para ir al garaje de su casa. Yo me sorprendí.

—¿Tú conduces, Erin?

Nunca la había visto conducir. Ni si quiera me había hablado de que tuviera el carnet de coche.

—Aprobé los exámenes de conducir, pero no suelo coger mucho el coche. Sólo me saqué el carnet por si necesito ir de urgencia a alguna parte y no tengo quien pueda llevarme. Mientras tanto, soy una acoplada que vive en paz, yendo y viniendo con mis padres, o con Eric o Ian haciendo de conductores. —Se rio y yo la seguí.

En el garaje de aquella casa había cuatro coches: un coche familiar color rojo oscuro, (el cual estaba como nuevo porque solo lo usaban en ocasiones especiales), el coche que Nick usaba para ir y venir del trabajo. Y, por último, estaban el coche negro de Eric y otro exactamente igual pero de color turquesa metalizado, que justo me acababa de enterar que era de Erin.

—¿Y la furgoneta que usan tu padre y tu tío para repartir? —pregunté, extrañada de no verla ahí.

—La furgoneta está en casa del tío Nolan. Allí hay más espacio para guardarla. —Erin señaló su coche, sonriendo—. Ahora dime, ¿quieres joder a Eric usando su coche o prefieres ir en esta preciosidad brillante?

HOPEFULLY  [COMPLETA Y EDITADA] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora