19. La cena.

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En el momento en el que escuché las palabras de Ian y Erin, se me cortó la respiración. Me sentí tan mal de que ellos se hubieran molestado en organizar todo aquello por mí, aún sabiendo que estaba el riesgo de que les pillaran. Porque, si realmente era Nolan la persona que estaba aporreando la puerta sin cesar, Erin tenía razón, estábamos muertos.

—Voy a salir —dijo Ian—. Si de verdad es mi padre queriendo meter la furgoneta, le diré que le he cogido las llaves para venir a recoger unas cosas. Le convenceré para que me deje guardar la furgoneta y así él pueda irse.

Todos asentimos, expectantes, luego Ian se dirigió a la puerta y cuando fue a abrirla, un hombre alto y corpulento se dejó ver de reojo delante de él. Todos suspiramos aliviados al ver que no era Nolan. Ninguno de los que allí estábamos, le quitamos la vista de encima. Primero vimos al hombre que parecía alterado preguntar algo. Luego Ian salió para darle unas indicaciones y acto seguido, aquel hombre se fue, dándole las gracias.

—¿Qué acaba de pasar? —pregunto Erin.

—Sólo era un pobre hombre desesperado. Su hija pequeña se ha puesto mala y como acaban de mudarse, no encontraba ninguna farmacia por la zona —explicó Ian—. Al parecer sólo quería información y, como ha visto las luces encendidas, ha parado a preguntar. 

Yo suspiré de nuevo, aliviada. Podría haber sido peor.

—Menos mal que hay una farmacia al lado de La Bohéme —suspiró Nelly—. Pobre hombre.

—Creo que después de este susto, deberíamos ir recogiendo... —Erin se levantó—. La próxima vez podrían ser de verdad el tío Nolan o mi padre.

Estuvimos un rato recogiéndolo todo, tirando los desperdicios en bolsas de basura y metiendo las sobras de comida en tápers que habían traído Erin y Axel. Al acabar, revisamos la tienda entera para ver que no quedara nada por medio, como prueba que pudiera hacer sospechar a Nick y Nolan la semana siguiente.

—Chicos, debería irme ya. Seguro que mis padres me están esperando para cerrar —avisó Leia.

—Sí, no te preocupes —le dijo Erin, sonriendo—. Muchas gracias por haber venido y por habernos ayudado a organizar y recogerlo todo.

—No ha sido nada. Gracias a vosotros por contar conmigo. —Sonrió y se despidió, antes de irse.

—Todo ha quedado resplandeciente —dijo Axel, satisfecho, una vez que terminamos de recoger y limpiar—. Si nuestros padres llegan a dudar de algo, será de por qué está todo más limpio de lo normal.

Todo estaba listo, ordenado y sin rastro de que habían hecho algo increíble por mí que jamás olvidaría. Así que tras apagar las luces de la tienda, agarramos las bolsas de basura y salimos de HOPEFULLY. Erin se ofreció a llevarnos a casa para maquillarme y ayudarnos a Nelly y a mí a elegir ropa para la cena, pero primero tuvo que dejar a Axel en su casa. Ian, mientras tanto, fue a la suya a terminar de arreglarse, peinarse y perfumarse, según nos había dicho.

Cuando llegamos a casa, papá y mamá acababan de llegar, justo un rato antes que nosotras y estaban preparándose. Yo me fui a duchar, dejando preparados tres vestidos encima de mi cama, en lo que Erin retocaba el maquillaje de Nelly.

—Me acabo de enamorar de este vestido. —Erin señaló el azul metalizado, que tenía un escote en forma de V.

—Pues yo digo que el negro pegado te queda súper bien y no es tan elegante. —Nelly opinó.

—¿Y entonces el de flores de encaje? —pregunté.

—¡Fuera! —contestaron ambas a la vez.

HOPEFULLY  [COMPLETA Y EDITADA] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora