15 años después.
Subí escalera por escalera, hasta la última planta de aquel alto edificio, con espalda erguida, cabeza alta y tacones en mano.
El ascensor, no era algo que pudiera usar así como así. Al menos, no estando sola.
Una vez arriba, coloqué mis zapatos en el suelo y me apoyé en la pared con una mano, para ponermelos con cuidado, ya que, lo último que necesitaba, era caerme.
—¡Muy buenos días, señora Samantha!
Una mujer de unos cuarenta años, de pelo negro y piel canela, se acercó a mí.
—¡Rosary! —Le dediqué una gran sonrisa—. ¿Cómo estás? Hacía mucho que no te veía.
—Estoy mejor, señora.
Le di una mirada cansada.
—Nada de señora, Rosary. ¿Cuántas veces te he dicho que me llames Sam?
—Lo siento. —Ella sonrió.
—No lo sientas y cuéntame como van las cosas, por favor —comenté, de forma suave.
—El señor Ian está avanzando con el caso. Tal vez pronto me devuelvan la custodia de mis hijos. —Ella sonrió, pero amargamente, dándome la sensación de que no las tenía todas consigo.
—Ya verás como todo sale bien. —Le agarré el brazo, intentando darle ánimos y le dediqué una sonrisa reconfortante.
Rosary era una madre luchadora, que después de haber hecho lo imposible por cuidar, proteger y mantener a sus hijos, ahora tenía que vérselas con su ex marido, quien le había arrebatado la custodia de los dos niños, alegando que no tenía suficiente dinero para mantenerlos.
Tras eso, Rosary trabajó duro para poder contratar a los mejores abogados.
Y ahí, es donde entraba Ian.
—Estoy segura de eso, seño... Sam —recapacito y yo asentí.
—Gracias. —Sonreí—. Espero verte otro día por aquí.
—Sí, yo también. Ahora mejor no la entretengo más.
—Hasta otro día, Rosary.
Ella asintió y estuvo a punto de continuar su camino, cuando se dio media vuelta y con una sonrisa, me dijo:
—Por cierto, muchas felicidades.
Yo la miré, extrañada.
—¿Felicidades por... —Estuve a punto de preguntar—. ¡Ah, ya! —Me reí, tontamente—. No sé donde tengo la cabeza...
Cada día me parezco más a mi madre.
—Gracias de nuevo —dije, antes de que ella siguiera su camino por el pasillo, hasta entrar en uno de los ascensores. Y yo continué el mío, hasta enfrentar una gran puerta alta y de madera.
Toc, toc, toc.
Di tres golpecitos en la puerta y esta se abrió sin más.
O más bien, ya estaba abierta.
Ian estaba sentado tras su gran escritorio, escribiendo algo con concentración.
Ni si quiera notó que yo había llegado. De hecho, ni si quiera creía que hubiera notado los golpes de la puerta, cuando entré.
Me acerqué lentamente hacia él, y justo cuando me encontré delante de su escritorio, alzó la vista. Principalmente, pareció dar un bote en su asiento al no esperar a nadie ahí, pero cuando se fijo bien, suspiro y riéndose, me dedicó una sonrisa.
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HOPEFULLY [COMPLETA Y EDITADA] ✓
RomansaSamantha Watson siempre tuvo muy claro lo que quería. Estudiar psicología en la Universidad de Atlanta, tener a sus amigos de siempre y mantener su vida tranquila. ¿Pero, que pasará, cuando toda esa tranquilidad desaparezca? Antes de comenzar su pr...