47. Esto es Amor.

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—¿Te gustan mis nuevos guantes? —me preguntó Erin, extendiendo sus manos con ellos puestos.

Eran unos guantes de lana, color rosa pastel, que dejaban enseñar los dedos.

—Me gustan. —asentí. —¿Son los que han llegado esta mañana, verdad?

Aquel día había llegado un pedido en el que había guantes de esa clase de todas tallas y colores y Erin no desaprovechó la oportunidad de pillarse unos. 

Pero no solo eso, también habían gorros de lana y bufandas para combinar.

—Esos mismos. 

—¿Pero no es un poco pronto todavía?

—No, que va. Son de la colección de otoño y el cambio de estación está a la vuelta de la esquina. Cuando menos lo esperemos tendremos el frió de vuelta. 

Eso era cierto, el verano había pasado muy rápido.

Y a la vez, habían pasado tantas cosas...

—Deberías de coger unos tú también, estoy segura de que se acabaran antes de que empiece el otoño. ¿Cuáles te gustan? 

—Los azules son preciosos. 

—¿Y que me dices de las bufandas y los gorros a juego? Yo pienso combinarlo todo en cuanto el que da el tiempo en la tele le de la bienvenida a mi estación favorita del año. 

Ambas reímos y empezamos a bajar las escaleras para llegar a la segunda planta, donde Eric, Axel y Nelly estaban a punto de bajar una mesa redonda que había llegado defectuosa y Nick y Nolan iban a llevar a descambiar.

—Por cierto Sam, me tienes que mandar fotos del perrito. Nelly me ha dicho que es un glotón. —Se rió.

—Lo es. —confirmé, riendo también. —No han pasado ni 24 horas y ya me he dado cuenta de que tiene debilidad por el queso, cuando esta mañana se me ha caído un trozo de loncha de queso de mi sándwich y ha corrido como Rayo McQueen para cogerlo, antes de que a mi me diera tiempo a tirarlo.

—¿En serio? —Erin empezó a reírse y yo con ella. 

—Tened cuidado. —Eric dijo, avisando a Nelly y Axel, cuando entre los tres levantaron la mesa. —La parte de arriba es de cristal y como se caiga y se rompa eso, la hemos liado.

—Lo sabemos Eric, no somos tontos. Como se rompa el cristal no podrán devolver la mesa. —le contestó Nelly.

—Yo solo le tengo miedo a las escaleras... —dijo Axel, que se veía un poco incómodo.

—¿Necesitáis ayuda? —preguntó Erin. —Diez manos hacen más que seis.

—No te preocupes, vamos bien. —Eric contestó en lo que llegaban a la escalera y comenzaban a bajar.

Pero a Erin no se la veía muy segura con esa respuesta y no me extrañaba.

—¿Crees que deberíamos vigilarles por si acaso? —le pregunté.

—Sí, será mejor que vayamos a ver como se las apañan. —contestó y nos dirigimos a las escaleras, pero ellos habían llegado ya al pequeño rellano que había en medio de la planta baja y esa. Y estaban a punto de tomar el resto de escaleras para llegar abajo.

Fuimos detrás de ellos, pero al final, a pesar de las dudas, consiguieron bajar la mesa con éxito.

Erin y yo nos quedamos a mitad de la escalera de la planta baja, viendo como los tres desaparecían cargando la mesa. Desde ahí pude ver también a Ian, que estaba dándole indicaciones a un cliente que iba con una niña pequeña.

HOPEFULLY  [COMPLETA Y EDITADA] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora