29. Yo nunca.

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Siete partidas de UNO y una cena llena de risas llenaron la casa del monte, antes de que Nick nos animara a todos a salir a ver las estrellas. Nick, Wanda y Thalía sacaron sillas, para sentarse justo delante de la casa con la vista clavada en el cielo. Mientras tanto, Erin, Nelly y yo, nos tumbamos en la misma piedra en la que nos sentamos para hablar nada más llegar. Desde ahí, contemplábamos el maravilloso cielo nocturno, esperando ver las estrellas fugaces.

—Llevamos aquí media hora y no he visto nada... —Nelly suspiró y se cruzó de brazos—. Y encima, me está entrando frío.

—Aquí de noche comienza a refrescar, por eso te dije que trajeras una chaqueta —dijo Erin, para luego, señalar el cielo y exclamar—: ¡Ahí! ¿La habéis visto? —preguntó, mirándonos.

—¡Sí! —respondí—. Ha sido muy rápido, pero sí.

—¿Nelly? —preguntó Erin, levantando la cabeza para mirarla.

—¡Había cerrado los ojos un segundo! —dijo en indignación, y Erin y yo no pudimos evitar reír.

—No te preocupes. Aún nos quedan un par de días y noches más aquí, si no consigues ver ninguna esta noche, alguna de las próximas, lo harás —dijo Erin, para animarla—. Y, ¿sabes lo mejor?

—¿Qué es lo mejor? —Nelly preguntó, suspirando y dándose la vuelva sobre su costado, para mirar a Erin.

—La última noche, que es mi favorita, siempre hacemos una hoguera.

—¿Una hoguera? —pregunté, girándome también en la roca, para prestar más atención.

—Sí, es la noche que despedimos la casa del monte hasta el año siguiente, así que cuando anochece, hacemos una hoguera y vemos todos juntos las estrellas alrededor de ella. Mi padre aprovecha esa tranquilidad para poner su música favorita de Los Beatles en su vieja radio. Y simplemente estamos todos ahí, viviendo el momento.

—Los Beatles... —murmuró Nelly—. Me gusta el plan. Suena interesante.

—¿Verdad que sí? —Sonrió Erin y volvió a echar la cabeza sobre la gran roca—. Pero, mientras llega esa noche, esperemos transcurran de forma lenta, estos maravillosos días de desconexión. —Soltó un suave suspiro de tranquilidad y cerró sus ojos.

Erin y Axel, al igual que su padre, se tomaban yt en serio eso de «desconectar». Incluso habían apagado los teléfonos, para que así, su conexión con la naturaleza, el cielo y las estrellas, fuera todavía más especial.

—Pues, yo sé de una persona, que sí ha desconectado bien... —Nelly habló por lo bajo y Erin levantó la cabeza rápidamente.

—¿De que hablas?

Modo cotilla: Activado.

—Hoy he encontrado a Sammy y a Ian muy acaramelados mientras leían juntitos...

Oh, no, ¿de verdad?

—Nelly... —Rodé los ojos—. ¿A qué viene eso?

—No es por nada, sólo digo que es la primera vez que os veo tan unidos desde que estáis saliendo y me ha sorprendido.

—Sam, no le hagas caso, —dijo Erin, riendo—. Ian y tú podéis hacer lo que os de la gana, cuando os de la gana. Y más aquí, que estamos solos con el universo. —Extendió sus brazos, quedando uno al aire, mientras el otro caía encima de Nelly.

—El universo y las tres chicas que buscan impacientes las estrellas fugaces. 

—¡Claro que sí! —exclamó Erin—. Podríamos formar un grupo de música con ese nombre o alguno parecido, como «las chicas del universo» —dijo, extendiendo sus manos hacia arriba—. Podríamos ser las nuevas Beatles de la generación.

HOPEFULLY  [COMPLETA Y EDITADA] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora