59. El circo.

24 7 0
                                    

¿Desde cuándo los días pasan tan rápido?

Era nuestro penúltimo día en Roma. Ya había pasado casi una semana, y en ella, habían pasado muchas cosas.

Turismo.

Visitas interesantes.

Comidas geniales.

La gente que habíamos conocido en el comedor del Hotel Maravilloso.

El viaje en el tren Roma-Lido, para ver las aguas cristalinas de la playa de Roma.

Tomar el sol en la terraza de la habitación.

Bajar a la piscina del hotel.

Haber hecho todas esas cosas geniales con Ian, me tenía dando saltos de alegría por las esquinas y tarareando canciones inventadas como una tonta.

—¿Felicidad es como se le llama a esto? —pregunté, con mi cara apoyada sobre su pecho, mientras estábamos tumbados en una de las hamacas de la piscina.

—Has acertado. —Sin levantar la cara, le escuché sonreír y eso me provocó hacerlo también.

—Que pena que falte poco para volver...

—Lo sé, pero... —Ian acarició mi mejilla y esta vez, sí levanté la cara para mirarle—. Aunque esta semana ha sido genial, en Atlanta también nos esperan cosas maravillosas.

—¿Nuestras familias? —pregunté, alzando una ceja.

—Y Sky y Bell...

—Y una nueva etapa en la universidad. —Suspiré, pensativa. Imaginando una vez más, como sería eso de «ser una chica universitaria».

—Y... —Me dedicó una sonrisa de boca cerrada y agarró mi mano, entrelazándola con la suya—. La vida que nos espera... Juntos. —Apretó mi mano y yo sonreí, y con mi corazón acelerado, le abracé, haciendo que cayera de espaldas en la hamaca, riendo a carcajadas.

Las tardes en el hotel, sí se me hacían de lo más aburridas. Cualquier persona normal, aprovecharía para echar una siesta, pero yo nunca había sido de esas.

Ese día, teníamos entradas para ir a ver un circo muy conocido en Italia: «El gran Circo de los Sonidos».

Por lo visto, la actuación de esa tarde en Roma, era el cierre final de espectáculos, que habían hecho por toda Italia ese año y después de eso, se tomarían un descanso.

Según me había estado informando, ese circo era un legado familiar de generaciones y los dueños actuales eran los nietos de los fundadores. Pero eso no era lo interesante, sino más bien, todo el misterio que rodeaba a ese circo, que había hecho incluso que la gente escribiera libros hablando de ello.

—¿En serio nunca has estado en el circo?  —preguntó Ian, mientras yo me maquillaba frente al espejo de la habitación.

—No que yo recuerde... A no ser que, aguantar a las payasas de Nelly y Melody, cuente como circo.

Estaba segura de que si Nelly me escuchara hablar así, me mataría.

Ian se rió. 

—Creo que un circo es mucho más que solo los payasos.

—¿Cuándo fue la última vez que fuiste a uno?

—Pff... —Él miró hacia un lado, pensativo—. Creo que cuando tenía diez años.

—Vaya, pues hace bastante entonces.

—Y que lo digas...

Mi teléfono comenzó a sonar sobre la cama y desde el espejo, vi la pantalla iluminarse.

HOPEFULLY  [COMPLETA Y EDITADA] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora