25. La Confesión.

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—Perdóname mamá, te juro que te iba a llamar, pero se me olvidó totalmente. —Suspiré, llevándome una mano hacía el puente de mi nariz.

—Vale, ya está Sam, lo único que necesitaba era saber si estabas bien. Nelly a llegado preocupada y me he asustado.

—¿Qué es lo que a dicho Nelly exactamente? 

—Algo así como que estabas con Eric pero luego el te dejó con Ian y no volvisteis al centro comercial, así que decidieron ver ellos la película.

Me reí. —Bueno, ya veo lo preocupados que estaban de que nos pasara algo malo.

—Lo importante es que los dos estáis bien, hija.

—Sí, es verdad. —Le di la razón.

—Y si al final tienes pensado pasar la noche con Ian, —Sabía en que sentido había ido esa frase, su voz la delataba. —Escribe un mensaje, al menos para saber si vuelves o no. —Escuché de fondo la risa de Nelly.

—Mamá... —Suspiré, rodando los ojos.

¿Ya se estaba haciendo la idea de que pasaría la noche con el?

—Y tened mucho cuidado, soy joven todavía, ¿Vale?

—¿Joven para qué?

—¡Para ser abuela, Sam!

—¡Mamá! —Me reí a carcajadas. Como era posible, esta mujer. —Venga, te veo en casa.

—Pásalo bien nena, pero no tanto. 

—Hasta luego. —Me reí y despegué el móvil de mi oreja al escuchar que ella había colgado.

Di media vuelta sobre mi misma, para darme cuenta de que estaba sola y a oscuras, solo rodeada de siluetas de arboles y las estrellas sobre mi eran lo único que iluminaba un poco el camino.

Suspiré. —Mierda... —Susurré. ¿Dónde me había metido? Posiblemente había empezado a andar en linea recta, pero con lo oscuro que estaba todo, no había manera de saber que camino había cogido y cual no. 

Me quedé ahí unos segundos, parada, pensando que hacer. Cuando me decidí a llamar a Ian por teléfono, caí en la cuenta de que podía usar perfectamente la linterna del móvil, que una vez encendida, la usé para iluminar al frente. Y acto seguido dí un grito que debió escucharse hasta la ciudad.

—¡JODER! —Me llevé una mano al pecho, que estaba tremendamente acelerado por el susto que me acababa de dar.

—¡Perdón! —Dijo Ian, que había aparecido delante de mi, de la nada. —Perdóname Sammy, no quería asustarte. —Se acercó a mi para abrazarme, llevando suavemente mi cabeza hacía su pecho, donde solté un suspiro de alivio.

Un olor a frescor y suavizante de miel me rodeo con su abrazo.

—No te preocupes, es solo que... no te esperaba aquí. —Murmuré, sin apartarme.

—Lo sé, pero en cuanto empecé a oír que te alejabas me asusté y decidí seguirte de lejos, para que no te perdieras. —Explicó. —Lo siento.

—No tienes nada que sentir. —Susurré y me aparté lentamente.

—¿Quieres que volvamos ya? —Preguntó, colocando un mechón de mi pelo detrás de mi oreja.

—Bueno, mi madre no está enfadada, simplemente quería saber si estábamos bien, así que no creo que haya motivo para volver tan pronto.

El sonrió. —Perfecto, porque quería enseñarte una cosa. —Arrugué las cejas y el me agarró la mano con suavidad. —Ven conmigo.

HOPEFULLY  [COMPLETA Y EDITADA] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora