23. Cambios.

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No podía creer que un matrimonio pudiera hundirse hasta el punto de no poder, o no querer, encontrarle una solución.

—Thalía Elena Waton & Nolan Harrison Metz. Agosto de 1990—

Estaba delante de uno de los cuadros que había en la pared del salón de casa de Ian: El de la boda de sus padres. Y lo que más llamó mi atención de todo, fueron las sonrisas de felicidad de ambos, porque, eran sonrisas reales, sonrisas que demostraban que se querían. Por lo que, cuanto más miraba el cuadro, más me costaba entender como habían dejado que toda esa felicidad se hundiera.

Otra cosa que no entendía, era: si se molestaban en no verse para no discutir delante de sus hijos, ¿por qué no hacían simplemente el esfuerzo de no provocar una discusión delante de ellos? Intentar tener una relación medianamente cordial.

Aunque claro, pensarlo era muy fácil. Más aún, cuando no había vivido todo eso con ellos como para juzgar la situación. Pero aún así, algo me decía que tenía que hacer todo lo posible por ayudar a Ian y Liam. Esos dos pobres habían sufrido ya bastante con su hermano, como para seguir haciéndolo por sus padres. Si había alguna forma de solucionar el rencor que se tenían y que volvieran a quererse, yo la iba a buscar, aunque al final todo quedara en un intento.

Además, Ian se había sincerado tanto conmigo, y en un tema tan complicado de hablar para él... Que me hacía sentir como si nuestra extraña relación, fuera de amistad o de lo que fuera, hubiera pasado a un nuevo nivel de complicidad. Me sentía agradecida con él por haberme dado esa confianza. Y, eso, de algún modo, me hacía pensar que había más cercanía entre nosotros, cosa que, por alguna razón, me gustaba.

¡Espera un momento Samantha Watson!

No, no es lo que estoy pensando...

¿Estás insinuando que...?

¡No!

—¿Sam? —Alguien me llamó desde atrás, interrumpiendo mis pensamientos.

Giré mi cabeza a un lado para ver a Eric con el ceño fruncido.

—¿Qué haces mirando ese cuadro? —Se rio y yo me encogí de hombros—. ¿Es que te ha llamado la atención que la tía Lía se apellida igual que tú?

—Bueno, supongo que es un apellido bastante común.

—Sí, en eso creo que tienes razón, aunque no sé mucho sobre estadísticas de apellidos.

—Yo tampoco. —Me reí—. ¿Qué estáis haciendo ahí fuera?

—Te aseguro que lo que no estamos haciendo, es mirar cuadros de hace veintinueve años.

—Eres muy gracioso, ¿no?

—¿Eso crees? La verdad es que me halaga bastante. Y más si viene de ti.

—Eric, no empieces —dije, dándole un toque suave en el brazo.

—Perdón, pero sabes que estoy de broma. —El tono de su voz era otro, más suave.

—Lo sé. —Le sonreí, asintiendo con la cabeza.

Esta vez, Eric parecía sincero de verdad. Y eso que ya había caído en sus trampas alguna vez. Pero ese día, me había demostrado que por una vez, no tenía malas intenciones y que era capaz de arrepentirse.


—¿Tú haces algo por mi bien, Eric?

—Tal vez haya hecho cosas que no debía, la he cagado mucho y me odias otra vez por lo que pasó anoche, lo sé. Pero, aunque sé que lo he hecho, nunca he tenido intención de hacerte daño. Nada ha salido como esperaba y lo siento, créeme que lo siento. —Suspiró—. Pero déjame arreglarlo.

HOPEFULLY  [COMPLETA Y EDITADA] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora