ERIC.
No podía dormir.
Me pase horas dando vueltas en la cama, repitiendo una y otra vez las palabras de Sam en mi cabeza.
«Ian está aquí porque estamos saliendo. Nadie te dijo nada por miedo a tu reacción».
Esa frase me atormentaba. Giraban en mi cabeza y no me abandonaba.
¿En serio, Sam? Hace unos días estabas a punto de acabar en mi cama y de repente, ¿estás saliendo con mi primo?
No sabía si creerlo. Podía ser real, cómo podía ser una mentira creada para alejar a Sam de mí por encima de todo. Al fin y al cabo, Ian y mis hermanos le habían cogido muchísimo cariño en poco tiempo y ninguno quería que la hiciera sufrir. Pero ¿qué pasaba con lo que sentía yo? Que fuera casi imposible que me creyera esa estúpida historia no hacía que dejara de pensarlo. Eso no hacía que doliera menos la posibilidad de que fuera verdad.
Los celos hacia Ian me consumían cada vez que lo veía hablando o riéndose con Sam. El simple hecho de ver lo bien que se llevaban mientras a mí ni no me soportaba por no haber sabido hacer nada bien desde el principio, me mataba por dentro.
¿Pero que se llevaran tan bien hacía posible el hecho de que empezaran a salir de un día para otro? Tenía la cabeza hecha un maldito lío y no sabía que creer ni que pensar. Ni sabía qué demonios eran todos esos sentimientos horribles que me acompañaban.
—Necesito salir de aquí —susurré para mí mismo, pasándome la mano por la cabeza para echarme el pelo empapado en sudor hacia atrás.
Me cambié el pijama por algo de ropa. Un pantalón corto gris y una camiseta básica blanca. Cogí mi móvil y salí al parque que estaba entre mi casa y la de los vecinos más cercanos: la casa de Jake, mi mejor amigo.
Cuando llegué, me senté en el banco más cercano a la enorme fuerte circular, de la que caía agua sin parar, como si de una cascada se tratara. La fuente ocupaba gran parte del parque y sus luces lo iluminaban en la oscura y silenciosa madrugada. Pasado un rato, la soledad de mis pensamientos me abandonó para ser sustituida por alguien.
—Has vuelto —dijo él, antes de sentarse a mi lado.
Solía ir a aquel parque cuando me sentía mal y ese era uno de esos casos.
—No va muy bien —conteste, viendo cómo se desvanecía en el ambiente el humo de mi cigarrillo. Estaba tan agobiado que volví a fumar después de haberlo evitado tanto—. ¿Qué haces aquí?
—Estaba asomado a la ventana de mi habitación cuando te he visto llegar.
—¿Tampoco puedes dormir? —Me giré para enfrentarlo y me encontré con sus ojos.
—Me dejaste preocupado la última vez que hablamos por teléfono y sabía que tarde o temprano te encontraría aquí. —Agarró mi caja de cigarrillos y mi mechero y se encendió uno—. Empieza a contar.
Se lo conté todo a Jake. Absolutamente todo. Y soltarlo fue liberador. Él no habló. Supuse que no sabía que decir y lo entendía perfectamente, pero al menos estaba ahí para escucharme y eso era suficiente. Y debía admitir que era relajante estar allí a solas con mi mejor amigo, simplemente escuchando el sonido del agua de la fuente y de los grillos a altas horas de la madrugada.
Cuando volvió a hablar, lo hizo para cambiar de tema radicalmente.
—Te he echado de menos —susurró, poniendo su cabeza sobre mi hombro—. Echaba de menos escuchar tus dramas, sin saber que decir, solo escuchando tu voz. —Él rio y yo sonreí.
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HOPEFULLY [COMPLETA Y EDITADA] ✓
RomanceSamantha Watson siempre tuvo muy claro lo que quería. Estudiar psicología en la Universidad de Atlanta, tener a sus amigos de siempre y mantener su vida tranquila. ¿Pero, que pasará, cuando toda esa tranquilidad desaparezca? Antes de comenzar su pr...