12. Otro a la bolsa

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⚠️ Este capítulo puede contener escenas explícitas. Se recomienda discreción ⚠️

Llegó el momento del receso y como yo no tenía compañía me vi obligada a quedarme completamente sola dentro del salón. Planeaba quedarme viendo algunos videos en el celular, pero me llamaba mucho la atención como Johan no paraba de mirarme.

Lo veía de reojo, él no era nada discreto y giraba toda su cabeza para observarme. Tal vez se siente inquieto por lo que sucedió anoche, algo muy entendible. A mí me gustaría poder decirle algunas... cosas, sobre todo preguntas, pero no tengo ni la menor idea de cómo hacerlas.

— ¿Todo bien? —me atreví a preguntarle y él dejó de mirarme.

— Ajá —fingió indiferencia mientras se acomodaba la capucha en la cabeza para cubrirse aún más el rostro, pero yo aún alcanzaba a verlo.

— ¿Seguro? No paras de mirarme —lo miré y él a mí, pero ambos nos quedamos callados— ¿Es por lo de anoche?

— No pienso hablarlo.

— No fue nada normal que te hayas puesto de esa forma, Johan —él suspiró irritado y continuó mirando su teléfono para ignorarme— ¿Por qué te puso tan triste que yo no recordara lo del bosque? —pero él no respondió.

Normalmente odio que las personas sean obligadas a hablar por la fuerza, opino que es un tipo de violencia y es algo muy erróneo. En las ocasiones de siempre yo sería paciente e intentaría que esa persona hable por sí misma, pero ahora mismo no tengo nada de paciencia.

Johan tampoco es paciente conmigo. ¿Por qué yo sí lo sería con él? No pienso dejar que este tema de conversación se esfume en el aire, no puedo ignorar que Johan se puso de rodillas frente a mí a rogarme en llanto por algo tan... extraño.

Voy a hacer que hable, y sí, lo haré a la fuerza.

Me levanté de mi asiento y fui directo al suyo para estampar mis manos en el pupitre, llamando su atención. Mi semblante estaba más que serio, aunque se me complicaba mantener ese gesto por lo poco acostumbrada que estoy de hacerlo.

— Tú ya sabías que nos conocíamos desde antes —dije fulminándolo con la mirada, pero eso no causaba ningún efecto en Johan, que estaba como si nada— Tú esperabas que yo lo recuerde, por eso te pusiste de esa manera en el restaurante, ¿cierto?

— No das miedo, Tara.

— Habla, Johan —intenté ignorar su comentario— No puedes hacer semejante escena y esperar que se me olvide de inmediato, necesito una explicación.

— No te daré ninguna —respondió cortante haciendo que me comience a molestar.

— Entonces... —me quedé en silencio pensando qué poder decir para hacerlo hablar, pero soy realmente mala en esto— Entonces... dejaremos de... hablar. Listo —noté que él se alarmó.

— ¿Qué?

— Se suponía que empezáramos a ser amigos, o al menos eso creía yo, pero si te pones... así de... malo, entonces, olvídalo —crucé mis brazos intentando verme seria.

— ¿Quieres... que nos dejemos de hablar? —asentí.

— No me hago amiga de gente grosera —él suspiró.

— Esperaba que me recordaras porque para mí fue un evento importante aquella noche en el bosque —admitió repentinamente, haciéndome confundir— Fuiste la primera persona que se mostró empática conmigo, se me hizo imposible olvidarlo, y no me agradaba que tú lo olvidaras tan fácil.

— ¿Por eso... te pusiste a llorar? —él asintió y yo suspiré— No lo sabía, Johan, lo siento. No quise preocuparte de esa forma.

— No importa. Ya te dije, así que seguiremos hablando —volvió a mirar su celular por lo que fruncí el ceño desconcertada.

Todo por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora