43. La gota que rebalsó el vaso

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⚠️ Este capítulo puede contener escenas explícitas. Se recomienda discreción ⚠️

— Así que, Jan Gebauer —exclamó el oficial Stone dejando una carpeta en el escritorio donde yo me encontraba esposado— Tenemos bastante información acerca de ti —tomó asiento.

Permanecí en silencio por lo que él alzó sus cejas y se puso a revisar las hojas de la carpeta en lo que yo me acomodaba en el asiento, apoyándome en el respaldo con las piernas extendidas.

— ¿No piensas hablar? —me miró, pero antes giró un poco el monitor de la computadora para que no moleste a la vista— Qué raro, en la escuela no parecías ser tan callado.

Miré hacia otro lado esperando que el idiota termine con tanta farfulla, y mientras tanto observé la comisaría en busca del otro policía, que si bien tengo entendido continúa con aquel anotador que necesito. Allí está todo lo que Aiden dijo, y necesito saber cuánto me expuso el maldito.

— ¿Te digo Jan o Johan? —lo miré.

— Johan.

— ¿Te da vergüenza tu pasado?

— Me gusta más el nombre Johan —apreté un poco los dientes irritado de sus preguntas tan estúpidas.

— Entonces te diré así —continuó mirando las hojas de las carpetas, y luego tomó una— Siempre estuviste en la lista, y con ambas identificaciones, así que no haces un buen trabajo escondiéndote.

— Ya cumplí mi sentencia —él me miró.

— Lo tengo entendido, pero eso no importa ahora —tomó otra hoja y la dejó frente a mí— Lo que importa es lo que hiciste siendo Jan Gebauer.

Me incliné un poco hacia adelante y miré la hoja, que era un certificado de mis antecedentes de Alemania.

— No veo nada interesante —volví a apoyarme en el respaldo del asiento.

— ¿No? ¿Te lo... resalto? ¿Necesitas lentes? —preguntó con un tono sarcástico que me hizo enfurecer— ¿Planeas hacerte el tonto todo el día?

— Era un niño de seis años. ¿Quieres meterme preso por algo que hice a esa edad? 

— No fue sólo a esa edad —enseñó otro papel, esta vez de mis crímenes cometidos en este país— Tu fanatismo por las cosas oscuras jamás cambió, ¿cierto? Además, ¿posesión ilegal de armas? ¿Acaso planeabas desahogar esos gustos en alguien?

Empujé el interior de mi mejilla derecha con mi lengua para contener mis necesidades de insultarlo, y al notar que sus comentarios me estaban enojando mostró una ligera sonrisa de arrogancia pura.

— Ya estuviste preso una vez, Johan, imagino que sabes lo complicado que se vuelve todo si no hablas.

— Sé que si hablo sacarás de contexto lo que diga.

— Habla con claridad, entonces, ¿o quieres un abogado?

— ¿Qué quieres que te responda?

— ¿No te parece una increíble casualidad que las desapariciones comenzaron una vez que entraste a la secundaria Ravenwood? ¿Y que justo todos los desaparecidos están relacionados con tu novia? Chica a la que, según un testigo, estuviste espiando por varias semanas.

— ¿Me creerías si te respondo que yo no lo hice?

— Es debatible.

— Entonces busca evidencia, porque no pienso hablar.

— Bien, hagámoslo de ese modo —se puso de pie y vino hacia mí para librarme del escritorio, así esposar mis muñecas entre sí.

— Quiero hacer la llamada ahora —él me miró.

Todo por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora