13. Gustos oscuros

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⚠️ Este capítulo puede contener escenas explícitas. Se recomienda discreción ⚠️

Cuando volví a mi casa me había percatado de que nadie se había dado cuenta de que me fui corriendo de esa manera, sólo el guardia Min, que no alcanzó a detenerme porque lo tomé desprevenido.

Aunque mientras yo estuve afuera él le contó al doctor Cooper, que ahora está regañándome y haciéndome perder el tiempo. Presiento que debo ser rápida al avisarle a Johan, tal vez ahora mismo estén secuestrando a otro de mis amigos, necesito una segunda opinión y luego saber si sería buena idea avisar a las autoridades.

— ¿Me estás escuchando? —el doctor Cooper alzó la voz haciéndome sobresaltar.

— Sí. ¿Qué? —lo miré atenta y él suspiró.

— Tara, tienes la cabeza en cualquier lado.

— Necesito hacer una llamada.

— ¿Una llamada? —preguntó confundido.

— Es urgente. Por eso me fui corriendo, también es urgente, pero Chris no estaba en casa —expliqué intentando que entienda mi preocupación.

— ¿Fuiste corriendo hasta la casa de Chris?

— Doctor, por favor, déjeme hacer la llamada y luego le explico —él suspiró.

— Está bien. Ve.

Me apresuré en salir de su oficina y dirigirme hacia mi habitación para recoger mi celular, así llamar por teléfono a Johan. Estaban por ser la una de la mañana, pero no veo difícil que él se encuentre despierto a estas horas.

— ¿Hola? —contestó y yo suspiré del alivio.

— Johan, hola. ¿Puedo ir a tu casa? —él se quedó en silencio por lo que fruncí el ceño al creer que había mala conexión— ¿Hola?

— ¿Dijiste...? ¿Quieres... venir a mi casa?

— Sí. Es una urgencia.

— E-eh... Sí, ven. ¿Te... paso la dirección por mensaje?

— Sí, por favor.

— Claro.

Colgué la llamada y tomé un abrigo para colocármelo, así tomar las otras dos notas del acosador y guardarlas en los bolsillos junto con mi celular y mis llaves.

— Doctor —lo llamé mientras salía del cuarto y me lo crucé en el pasillo, pero no se vio contento de verme vestida para salir.

— ¿Qué haces? ¿Vas a algún lado?

— Necesito ir a la casa de un amigo.

— ¿Cómo crees? Son la una de la mañana, es muy tarde para que salgas. ¿Y de qué amigo hablas?

— Se llama Johan y es una emergencia —él negó con su cabeza— Por favor, necesito ir. Confíe en mí, no haré nada malo.

— No es que no confíe, si no que es muy tarde y te puede pasar algo.

— Que Min me lleve entonces, pero necesito ir, y si no me deja saldré corriendo como hace rato —dije firmemente haciéndolo suspirar.

— Está bien, pero cuando vuelvas te voy a exigir una explicación —asentí varias veces.

[...]

Ya había llegado a la casa de Johan. Min me advirtió que se quedaría esperando a unas pocas calles, ya que yo no debía tardarme mucho.

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