62. Pésimas circunstancias

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⚠️ Este capítulo puede contener escenas explícitas. Se recomienda discreción ⚠️

Narra Tara.

Dos días antes.

— La conversación ya perdió sentido —dije luego de reír—, es mejor si voy a casa —me bajé de sus piernas al pasarme al otro asiento— Nos vemos el lunes.

— Adiós —tomé mi bolso y abrí la puerta del auto, pero antes de que me vaya sentí a Johan tomarme del brazo— No te olvides del beso.

— Sí sí... —me acerqué para besar su mejilla, así mirarlo— Listo. Nos vemos.

Johan soltó mi brazo y llevó su mano a mi mentón para acercarme más a él, así besarme en los labios.

— Si vas a besarme hazlo bien, linda —contuve mi sonrisa al sentirme sonrojada y aclaré mi garganta para apartarme.

— Bueno, ya me voy —me bajé del auto y cerré la puerta para mirarlo a través de la ventana, así despedirme con la mano.

Johan me sonrió de lado y correspondió al saludo por lo que me volteé y fui caminando hasta mi casa que no se encontraba muy lejos del auto, mientras me acomodaba un poco la falda que se había levantado durante tanto beso.

Apenas abrí la puerta de mi casa Min revisó mis pertenencias y el doctor me esperó de brazos cruzados, pero con una ligera sonrisa en los labios, ya que últimamente se encuentra más aliviado cuando salgo a la calle.

— ¿Cómo te fue?

— Muy bien —sonreí una vez que Min me devolvió el bolso, y caminé hacia el doctor— Amaron el postre de Yoo, y el amigo de Johan es muy divertido.

— Me alegra oírlo, linda. ¿Ya estás lista para mañana?

— Sí... ¿Mónica volverá a ver? —él asintió.

— Le impresionan tus habilidades, con gusto estará presente en tus practicas —fruncí el ceño no muy contenta con la información— ¿Qué? ¿Piensas hacer capricho? —arqueó su ceja al darse cuenta de mi gesto.

— No... pero... Nada —me arrepentí de hablar y rasqué mi nuca— Iré a acostarme, tengo algo de sueño.

— Dime lo que ibas a decir, Tara —pidió amablemente.

— Tal vez... hago que se ofenda —aparté la mirada sin atreverme.

— No lo repetiré —dijo ahora con un tono más autoritario y yo suspiré.

— ¿Usted... siente cosas por Mónica? —lo miré, alarmándome por su expresión de asombro— Puede que incluso tengan algo, como un amorío, porque sé que ella está casada —supe lo mal que sonaba ese comentario, pero de cualquier manera continué hablando— Realmente intento creer que ella viene todos los días a hablar cosas de trabajo con usted, ¿pero, qué tanto hay que hablar? ¿En serio no se dan... besitos?

— Voy a detenerte antes de que me hagas enfurecer —fruncí mis labios imaginando el regaño que se venía— Mi relación con Mónica es puramente profesional. Ella es una mujer casada al igual que yo, ¿entiendes? Si viene a la casa es para discutir cosas laborales, nada más.

— ¿Usted... está casado? —pregunté confundida— Creí que su esposa había...

— Me rehúso a salir con otra persona —interrumpió—, incluso si ella no está más conmigo. Sigo casado con mi mujer, y sólo la amo a ella, ¿sí, Tara?

— Lo siento... No sabía nada, no quería lastimarlo.

— No me lastimaste.

— Es que cuando menciona a su familia me pongo muy mal, y recuerdo todo lo que debió sufrir y m-

Todo por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora