23. Igual de rápido que ingenuo

93 6 17
                                    

⚠️ Este capítulo puede contener escenas explícitas. Se recomienda discreción ⚠️

— ¿Vas a dejarme volver a mi casa? —continuó insistiendo.

— ¿Qué hay de Aiden? ¿Él te gusta? —ella frunció su ceño.

— No, él es mi amigo.

— Tu tono de voz cambia cuando estás cerca suyo. Hablas con más dulzura, no dejas de tocarte el cabello y le sonríes por todo —ella alzó sus cejas asombrada.

— ¿Cómo...?

— Sé que él solía gustarte.

— No... No no, eso... Él no me gusta, créeme. Ni Jake ni Aiden me gustan, lo juro —dijo haciéndome fruncir ligeramente el ceño.

— ¿Y... Johan? —me atreví a preguntar por lo que ella se quedó en silencio por unos cuantos segundos.

— No quiero que lo lastimes.

— No lo haré.

— Ya lo hiciste una vez.

— Porque creí que era alguien que te hacía daño —la miré esperando una respuesta, pero no habló— Te vi con él, eres demasiado cariñosa.

— ¿Dijiste que harías lo que yo dijera? —preguntó repentinamente, tomándome por sorpresa, pero de todas maneras asentí— Entonces... sin importar mi respuesta, ¿tú no le harías daño a Johan? —al instante me alarmé y retrocedí.

— ¿P-por qué lo dices? ¿Él te gusta?

— Primero responde —se cruzó de brazos demandante a lo que dejé salir un suspiro. Parece que ya entendió quién es el que manda entre nosotros.

— No le haré nada, lo juro —ella me miró en silencio intentando averiguar si lo decía en serio— Si lo hago te decepcionaría y... lastimaría, y no quiero que suceda. Lo juro, no le haré nada a Johan.

Tara se mostró dudosa por unos instantes, pero luego se convenció y suspiró pesadamente.

— Él me gusta —me sorprendí.

— ¿¡Te gusto!? —ella me miró confundida y yo me alarmé— J-jo... J-johan. ¿T-te gusta Johan? ¿En serio? ¿Qué tan segura estás de eso? Tal vez es algo pasajero.

— Estoy segura de que no lo es. Últimamente todo es extraño porque no tuve tiempo ni siquiera para juntarme con mi mejor amigo, así que no lo veo hace demasiado, pero... jamás dejé de pensar en él.

Presioné mis labios evitando gritar de la emoción y carraspeé aclarando mi garganta.

— Eso es terrible, en serio quería que sintieras algo por mí —intenté seguir mi papel de anónimo como si nada, pero la emoción era muy notable en mi voz.

— No vas a... lastimarlo, ¿cierto?

— ¿A Johan? —ella asintió— No te preocupes, te lo juré —ella suspiró aliviada.

— Gracias.

— Creo que... si tanto me importas debería dejarte ser feliz, así que —tomé la llave de mi bolsillo y le quité los grilletes por lo que me miró asombrada.

— ¿Ha-hablas en serio?

— Sí... Es lo mejor para... ambos —excusé ridículamente y volví a guardar la llave— ¿Puedes esperar aquí un segundo? Debo ir a buscar algo al auto.

Ella asintió todavía anonadada y yo salí del cobertizo para buscar en la mochila de mi auto un sedante y una jeringa. Debo sedarla sí o sí, no puedo dejar que vea mi auto y sepa quién soy.

Todo por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora