86. De mi propiedad

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⚠️ Este capítulo puede contener escenas explícitas. Se recomienda discreción ⚠️

— ¿Por qué... la abriste? —escucho la preocupación en su voz y el miedo se me disipa, aunque una diminuta pizca de él queda en mi cuerpo.

— Fue por curiosidad, p-pero no creí que adivinaría la clave —él me mira y yo me alarmo cuando veo su respiración acelerarse, como si un ataque de pánico se avecinara.

Johan se acerca y junta las cosas de la caja con rapidez para guardarlas, pero antes de poner la tapa agarro sus muñecas con fuerza, tomándolo por sorpresa.

— Dime por qué lo tienes —pido con firmeza, notando cómo Johan fruncía el ceño de la preocupación, porque temía que yo encontrara esto— ¿Esas... b-bragas son mías? ¿Qué hacías con esas fotos?

— Perdóname... —murmuró con los ojos llorosos— S-son de hace meses, no... N-no toco esta caja hace meses. Te lo juro —permanezco en silencio sin tener ni la más mínima idea de qué decir y suelto sus muñecas, a lo que Johan se acerca a mí— ¿Leíste las cartas?

— Pocas, pero... vi todas de reojo.

— Entonces no viste ninguna que hable de Mónica, ¿cierto? —fruncí el ceño por ese repentino comentario.

— Sí, no vi... nada de ella.

— ¿E-es decir que me crees? —preguntó con una pizca de ilusión— No toco la caja hace meses, desde antes del manicomio.

— Eso no quita las fotos —siento mi piel erizarse al recordarlas, y Johan piensa unos segundos antes de contestarme.

— Son del año pasado —me sorprendí.

— ¿De... hace tanto? P-pero ni siquiera te conocía.

— Lo sé. Es que... —suspiró mostrando cuán incómodo se le hacía explicarlo— Yo solía ir a tu casa a verte. Me quedaba en la calle, en mi auto, y simplemente te miraba, pero un día... quise tomarte fotos, y... sólo lo hice.

— ¿Y luego? ¿Qué hiciste con ellas?

— Las guardé... No... No se las mostré a nadie si piensas eso.

— Claro que no se las mostraste a nadie —exclamo furiosa al ver que no me entendió— Me refiero a qué hiciste con las fotos y... Y contigo —él se sorprendió— Johan... ¿P-por qué mierda tienes mi ropa interior en esa caja? ¿De dónde la sacaste?

— De tu casa. Simplemente entré y... la tomé.

— Es decir que específicamente te pusiste a revisar mi cajón de ropa interior.

— Revisé todo, no solo eso... Quería conocer mejor tu habitación, y... me sentí tentado de tomarla.

— ¿Y qué hiciste con ella?

Veo sus mejillas tornarse rojo vivo en cuanto hago mi pregunta, y por culpa de tantos nervios Johan deja de mirarme y observa el suelo con pena, rehusándose a continuar la conversación al saber lo equivocado que estuvo por hacer lo que hizo.

— ¿Te...? —lo miro temiendo oír una respuesta en particular, y Johan agacha su cabeza todavía más.

— No volví a hacerlo —me sorprendí.

— ¿T-te tocaste con ellas?

— P-perdón... E-en serio perdón —dejó caer la caja y me miró lleno de pánico, con los ojos cristalizados— T-te lo juro por mi vida que fue hace meses —me quiso tomar de las manos por lo que las aparté, sintiendo un retorcijón en el estómago que me generaba cosquillas.

Todo por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora