54. ¿Sí o no?

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⚠️ Este capítulo puede contener escenas explícitas. Se recomienda discreción ⚠️

Cierro mis ojos ignorando todos mis pensamientos que me habían nublado la mente y me dejo llevar por el beso que Johan guiaba con tanta intensidad. La textura tan suave y carnosa de sus labios eran algo que no imaginé extrañar tanto, pero claro, necesitaba sentirlos luego de esos dos infernales meses.

Siento su lengua penetrar mi cavidad bucal y nuestras salivas se mezclan junto con nuestros jadeos calientes, debilitando mis rodillas al punto que apenas podía mantenerme de pie. Moldea mi boca moviendo la suya de un lado a otra con una pasión que jamás había sentido entre nosotros, y una vez más me quita el aliento.

Mis manos sólo pueden sujetarse con más fuerza de su camisa o estarían temblando absurdamente, pero Johan no tenía miedo de nada. Movía mi cabeza como le conviniera para que el beso sea más fluido, y yo me dejaba llevar en un intento fallido de relajarme, ya que un poco más y el beso me tenía a sus rodillas. Se me escapa un suave gemido cuando su lengua casi me llega a la garganta y mi rostro entero se prende fuego de los nervios.

Johan explorando mi boca de esta manera me daba vueltas la cabeza. Todo mi cuerpo se siente extremadamente caliente, como si cualquier contacto de agua con mi piel la pudiera volver vapor, y esta sensación de calentura se pasea por toda mi sangre, dándome a entender que tanto beso mojado me había excitado. Todas las cosquillas en mi estómago se bajan a mi abdomen bajo, luego a mi pelvis, y luego a mi entrepierna, humedeciendo mis bragas, y por lo tanto, haciéndome sentir una sucia.

Me atrevo a tomar a Johan de la cintura para acercarlo a mí y pegar nuestros cuerpos de manera que las cosquillas podrían sentirse con más intensidad, pero no tardé en arrepentirme, porque ésto lo hizo accionar de mala manera.

En un momento siento que aire entra a mis pulmones y me doy cuenta de la separación entre nuestras bocas. Johan se había apartado, y mis ojos no se quitaban de sus labios brillosos por una ligera capa de saliva que se le quedó gracias al beso tan húmedo. Mi respiración es pesada y no puedo controlarla. La adrenalina me dejó demasiado excitada, y por esas mismas razones se me venían pensamientos nada sanos a la cabeza acerca de qué más hacer en este escondite.

— Vamos, linda... —su pulgar limpió la comisura de mi labio y nuevamente me sentí perdida en su actitud tan seductora— ¿Me dirás que sí? —levantó un poco mi mentón para que lo mire a los ojos.

«¿Para qué engañarme? Es obvio que quiero volver con él, y tiene razón, cambió gracias al manicomio. Ahora... no veo que tengamos problemas...»

«¿O me estoy volviendo una tonta por ese beso?»

— Yo... —hice un esfuerzo por decidir rápido, pero su actitud que mostraba tanta confianza me hacía sentir casi dormida, como si me hubieran inyectado un sedante.

Veo los labios de Johan moverse en una sonrisa ladina de satisfacción y una vez más deja un beso ardiente en mi boca que duró muy poco, ya que sólo había sido para acabar con el hechizo de tenerme a sus pies.

— Deberíamos volver, ¿cierto? —arrastró su mano a mi cabello y pasó sus dedos entre mis mechones, acariciándome— Hacemos una gran pareja —sonrió de lado, ahora enseñando sus dientes.

— ¿Tara? —se escuchó a Chris acercarse y el gesto de Johan cambió a uno tan furioso que me sacó de aquella hipnosis sólo para preocuparme.

Se apartó de mí para darme espacio y metió sus manos en los bolsillos de su pantalón viendo a Chris con un odio irradiante.

— Hola, Johan —le dijo Chris no muy seguro de cómo reaccionar ante la escena que vio hace rato, y él apretó los dientes con tanta fuerza que toda su mandíbula se tensó, pero para relajarse empujaba la pared interior de su boca con la lengua en un gesto demasiado atractivo.

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