52. ¿Otra vez?

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⚠️ Este capítulo puede contener escenas explícitas. Se recomienda discreción ⚠️

Estaba haciendo lo posible para que mi relación con Johan tenga futuro. Quería ignorar todas las cosas malas, entenderlo mejor, ayudarlo a cambiar esa psicopatía que tiene, pero no pude verlo ni dos veces que me harté de su presencia gracias a las cosas tan incoherentes que decía.

No le molestó decir que el chico del museo debió morir sólo por haberme coqueteado, no le molestó decir que yo le pertenecía, que yo era suya, y una cantidad de porquerías que me hicieron llegar a mi límite.

Estaba cegada porque seguía sintiendo cosas por Johan, y esa actitud tan tierna que tuvo al darme los regalos me cegó el triple, porque sólo me quería concentrar en las cosas buenas, que eran cosas escasas.

No tomó más de cinco minutos para que todo se desmorone, para que yo termine dándome cuenta lo enfermo que él está, y que no lo puedo justificar.

Al regresar del manicomio tuve que contarle a dos personas que mi relación había terminado; al doctor, que me preguntó cómo me fue al llegar a casa, y a Chris, que esperaba más noticias acerca de Johan. El doctor fue comprensivo y no habló más del tema, Chris tuvo demasiadas preguntas hasta que se dio cuenta que seguir hablando de Johan era tedioso para mí.

Pasaron dos meses desde que visité a Johan, y fueron meses demasiado complicados de llevar. Pasé la máxima parte del tiempo practicando y saliendo con Chris, que ayudaba mucho a que no me sienta mal por mi ruptura con Johan, claro que no sabe los otros detalles, y tampoco quería preguntar.

Aiden ya se fue de la ciudad, pero continuamos hablando por mensaje, de vez en cuando haciendo llamadas, sobre todo para que él me repita una y otra vez que tenga cuidado al salir a la calle.

La policía sigue sin tener respuestas acerca de las desapariciones, y como no hubieron más, la gente rumorea que piensan dejar de investigar, pero no por eso a la gente se le fue el miedo.

Su-an, ¿estás bien? —le preguntó el padre a la niña corriendo los cabellos de su rostro, y ella asintió.

Hey, amigo —el hombre de la anterior escena le tocó el hombro al padre, haciendo que éste se levante del suelo y lo mire.

¿Qué pasa?

¿No me debes una disculpa?

¿A qué te refieres?

Mira a este idiota —se dijo a sí mismo el hombre incrédulo por la actitud del otro— Cerraste la puerta en nuestras narices, imbécil.

No eran los únicos en peligro —le alzó la voz como defensa.

Levanté mis cejas metida en la escena de la película mientras llevaba galletas del plato a mi boca, pero cuando acerqué la mano me di cuenta que no me quedaban más. Aprovechando que tanto comer me estuvo dando sed, pausé la película y salí del cuarto con el plato en mano de camino a la cocina para prepararme un té, pero detuve mi caminar cuando vi a Mónica sirviéndose un vaso de agua.

Sigo sin entender por qué esta mujer viene tantas veces a la casa. Apenas crucé un par de palabras con ella, y aunque se muestre toda amable no confío. En la fiesta de caridad le hizo ojitos a Johan, y cuando vino él por última vez a mi casa lo vi con Mónica en una situación demasiado extraña que sigo sin comprender.

A veces me arrepiento de no haberle preguntado a Johan qué pasó ese día cuando lo visité al manicomio, pero ya no es tan importante saber... Aunque da curiosidad.

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