81. Nuestro secreto

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⚠️ Este capítulo puede contener escenas explícitas. Se recomienda discreción ⚠️

— No pude hacerlo —suspiré dejándome caer en el respaldo de la silla— Por más que ella me haya enseñado esa sonrisa tan... hermosa e inocente, no pude creerle. Siento que me miente, que algo me oculta.

— Creo que tu paranoia es cada vez peor —me dice Scott apoyándose en la mesa del taller— Tara es una buena chica. No veo por qué te ocultaría algo... Mucho menos puedo imaginarme qué es.

— Ni yo.

— ¿Tanto miedo te da preguntar?

— Pues... sí —lo miré— Puede mentirme, tratarme de loco... Hasta se puede enfadar porque quedo como un idiota que no confía en ella.

— Disculpe —se asomó Matthew desde el otro taller a lo que ambos miramos— Señor —llamó a Scott—, ¿puede venir un segundo?

— Claro —me miró— Yo que tú, voy directo con Tara y le pregunto, así las cosas serán menos complicadas.

— ¿Y si me miente?

— Habrán perdido confianza.

Fruncí el ceño extrañado por el comentario y Scott se dirigió al otro taller para ayudar a Matthew, dejándome solo con sus palabras haciendo eco en mi cabeza, porque no había sido un comentario agradable el que dijo.

¿Que Tara y yo perdimos confianza? ¿Cómo es eso posible? Si nuestra relación... Bueno... No estuvo en su mejor momento, no fue hace demasiado que la secuestré, pero en aquella conversación donde me consoló tanto imaginé que lo nuestro había vuelto.

Todo está extraño desde esa estúpida fiesta, que no sirvió más que para dejarme drogado, matar a un idiota que nadie conoce, y probablemente, arruinar mi relación con Tara.

El siguiente día me sentí convencido por lo que Scott me dijo, eso de ir directo al grano y preguntarle a Tara lo que tantas sospechas me da. Estuve las dos primeras horas de historia pensando en las maneras que podría hablar con Tara sin hacerme sonar como un imbécil que desconfía de su propia novia, y ninguna me sirvió, por lo que directamente me veré como un idiota en toda la conversación.

Ya que ayer arreglamos de vernos en el escondite para tener un momento privado, no me costó demasiado pensar que allí podríamos tener la charla, así que la esperé secándome las manos constantemente con mi pantalón, gracias a que los nervios me hacían sudar como un cerdo a la parrilla.

— Holis —me sonrió Tara entusiasmada al ver que ya estaba esperándola— Te vi salir del salón y no pude evitar emocionarme cuando supe a dónde ibas —se acercó y me quiso dar un beso en los labios, pero yo aparté la cabeza, desconcertándola.

— Lo siento, no vengo a... eso. Necesito hablar contigo.

— Está bien, ¿pero era necesario evitar mi beso? —preguntó sin ocultar la preocupación.

— No, es que... Sólo escucha. ¿Recuerdas que ayer me dijiste que podía preguntarte lo que sea? —ella asintió— ¿Por qué me preguntaste eso? ¿Qué te hizo pensar que yo tenía dudas?

— Tú me lo dijiste, que saliste con aquella chica a preguntarle a otros de la fiesta para saber qué sucedió.

«Sí, tiene sentido»

— ¿Sucede algo? —me preguntó sujetando sus propias manos, evitando tocar las mías— Te siento extraño conmigo.

— Porque tú actúas raro. Preguntaste por el cadáver como si fuera algo de todos los días, sonreías como si estuvieras en el momento más feliz de tu vida, y... recuerdo que esa noche en la fiesta me dijiste cosas extrañas. Estuve raro porque no quiero pensar nada malo, pero lo que hacías no era propio de ti.

Todo por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora