78. ¡Cathy's party!

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⚠️ Este capítulo puede contener escenas explícitas. Se recomienda discreción ⚠️

— Jamás creí que irías a terapia —me dice Scott abriendo los paquetes en la mesa— Veía más normal que acabes en un manicomio.

— Gracias... Creo —frunzo las cejas sin saber cómo tomarme el comentario y guardo los repuestos que va sacando de los paquetes.

— ¿Dejarás de asesinar ahora que irás a terapia? ¿O sólo dejarás de estar tan loco por Tara?

— No estoy seguro de eso... A mí me gustaría seguir matando a la gente que le hace daño, pero... creo que eso es lo que justamente debo cambiar.

— Si te soy honesto, no me imagino que seas capaz de dejar de matar —me miró— Es algo que te gusta, incluso si no está relacionado con Tara.

— Lo sé, ¿pero a quién voy a asesinar? Si nadie la trata mal, no tengo ninguna víctima. Literalmente era ella quien me conseguía a la gente —tomé uno de los paquetes y las tijeras para quitar la cinta.

— En ese caso... cuando mejores tu obsesión dejarás de matar —alzó sus cejas asombrado de oír eso— Suena bastante extraño.

— Ya veremos qué pasa —dije evitando indagar mucho en el tema, porque continuaba siendo demasiada información para procesar.

— Dejaste de ser un asesino serial bastante rápido —se rio de tan solo decirlo— ¿Sabes? Aún recuerdo la decepción en tu cara cuando supiste que yo no era El Masacrador de Chicago.

— ¿Se suponía que no me decepcionara? —volví a mirarlo— Ese asesino siempre fue mi ídolo, y hubiera sido genial si resultaba ser tú.

— Todo lo contrario, Johan —se acercó— Es decepcionante que un tipo así de descuidado que anda dejando cadáveres por la ciudad haya sido tu ídolo. En cambio, a mí nunca me atraparon porque hice desaparecer los cuerpos —me miró con arrogancia por lo que volteé los ojos.

— Tal vez nunca mataste a nadie y lo dices para impresionar —dije jodiéndolo al saber cómo se pondría.

— ¿Disculpa? —preguntó ofendiéndose de inmediato— ¿Cómo le dices eso a la persona que te enseñó todo lo que sabes?

— Habrás sacado tus consejos de internet. No es difícil buscar cómo esconder un cuerpo —recogí los paquetes vacíos de la mesa y los tiré al cesto de basura.

— Pendejo desagradecido —lo oí murmurar por lo que no pude evitar reírme.

— ¿Por qué le tienes tanto odio a ese asesino? —lo miré— Si dejaba los cuerpos al aire era porque quería que la gente viera lo violento que podía ser, no porque era descuidado.

— No le tengo odio.

— Cada vez que lo menciono te estresas o lo criticas.

— Se me hace absurdo que un asesino tenga un apodo y sea conocido por medio mundo. Es ridículo, y él es exactamente eso —alcé mi ceja mirándolo un tanto raro.

— A mí me parece que le tienes bastante odio.

— Es... —suspiró algo frustrado— Sólo un poco. Por un par de razones, pero la mayor parte era que de pequeño vivías diciendo que querías ser él, cuando me tenías en frente —fruncí el ceño.

— ¿De qué hablas?

— Te enseñé millones de cosas para que puedas desahogar esos deseos tan oscuros en ti, y además de ser tu mentor, fui tu padre, por lo que recibirte todos los días hablando de El Masacrador y cuánto te fascinaban los nuevos casos no era agradable.

Todo por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora