68. El pasado Pt.3

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⚠️ Este capítulo puede contener escenas explícitas. Se recomienda discreción ⚠️

No volví a conversar al respecto con mis papás. Nunca tocamos el tema de mi trastorno, ellos evitaban mencionarlo, y yo tampoco quería que lo recuerden por el temor de volver a ser abandonado.

Pasaron varios días desde entonces, casi dos semanas. El grupo de Bruce me jodía de vez en cuando en la escuela, algo que ya me tiene acostumbrado, y mis papás evitan tener todo tipo de contacto conmigo. Apenas se atreven a mirarme, y si lo hacen, lo hacen con miedo, como si yo fuera a lastimarlos.

Quería aclararles que no pensaba hacerles daño, pero sabía que incluso diciéndolo no me harían caso, por lo que preferí continuar fingiendo ser normal como estuve haciendo todos estos años.

— Estoy llegando muy tarde, no puedo desayunar —le digo a mi mamá que estaba sirviendo el desayuno en la mesa, mientras yo peleaba por atar las agujetas de mis zapatillas— ¿Puedes darme dinero así compro comida en el camino?

— Claro... —se levantó de la mesa y fue hacia la sala de estar a sacar la billetera de su bolso— Ten —regresó para dejarlo en la silla a mi lado.

Miré los tres billetes de un dólar y luego miré a mi mamá, que al cruzar miradas se apartó de inmediato y fue a sentarse como si yo la tuviera amenazada.

— Pero... no me alcanza para nada con esto —recogí los billetes que estaban arrugados— ¿No puedes darme más? 

— Estoy sin efectivo —respondió rápidamente y se puso a comer el desayuno, por lo que miré a mi papá confundido, y él también me evitó al ponerse a comer.

— ¿Por qué... se ponen así?

— Dijiste que estabas llegando tarde —dice mi papá con el semblante serio, concentrado en el desayuno—, así que ve a la escuela.

— ¿Por qué me tienen miedo?

— ¿Qué clase de pregunta es esa? —me miró con una indignación que me desconcertó— Encontramos fotos de las atrocidades que haces con animales, nos enteramos que adoptamos a un enfermo mental, ¿y se supone que no te tengamos miedo?

«¿Enfermo... mental?»

Miro a mi papá con una expresión neutra al no saber cómo tomarme el último comentario, y escucho a mi mamá suspirar pesadamente, teniendo una gran dificultad para procesar toda la situación que llevaba dos semanas tensando el ambiente en la casa.

— No le digas eso, cariño —le susurra a mi papá como si yo no pudiera escuchar— No sabes lo que podría hacer.

— ¿Piensan que les haré daño? —me acerco a la mesa por lo que ambos entran en alerta, y yo frunzo el ceño por ese diminuto reflejo que se había sentido tan doloroso— ¿Qué les pasa? No les haré nada.

— Vete a la escuela, Johan —mi papá levanta la voz con la mirada firme en la mía, intentando demostrar que no me tenía miedo, incluso si en sus ojos se le podía notar lo contrario.

Aparto la mirada manteniendo el rostro como piedra y acomodo la mochila en mi hombro para salir de la casa, tomándome mi tiempo para caminar hacia la secundaria, porque ya no me importaba llegar tarde.

¿Qué mierda me voy a comprar con tres dólares? Necesito un desayuno completo.

Luego de minutos merodeando por las calles en busca de alguna comida con precio accesible, terminé comprando una miserable porción de pizza, y me gasté los tres billetes. Ni siquiera para una bebida me alcanzó, así que moriré deshidratado en medio de clase con la cantidad enorme de sal que trae la pizza.

Todo por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora