27. Que Diosito se apiade

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⚠️ Este capítulo puede contener escenas explícitas. Se recomienda discreción ⚠️

«¿Por qué me puse tan tonta? Es claro que no haré nada con Johan... ¿Por qué estoy pensando en hacer algo con él? Llevamos menos de una semana siendo novios, no podemos hacer nada. Debemos tener citas, tomarnos de la mano, darnos besitos, nada sexual... Aunque... mirarlo de tan cerca fue algo nuevo. Sus labios, sus piercings, sus ojos... Ojos... tan serios y fríos y... provocativos»

— Basta, basta —di pequeños golpes en mi abdomen para quitar el cosquilleo de mi estómago— Mis hormonas están locas.

Una vez que conseguí calmarme a mí y mis hormonas volví al cuarto, pero apenas entré Johan se me acercó rápidamente y estampó su mano en la puerta, cerrándola fuertemente y dándome un susto terrible.

Levanté la mirada para alcanzar los ojos de Johan que me miraban desde arriba fijamente, con cierta seriedad aterradora. Por alguna razón su respiración estaba agitada como si hubiera corrido una maratón, y su otra mano se mantenía detrás de su espalda, tal vez ocultando algo.

— ¿Qué... pasa? —pregunté confundida, aún exaltada por el susto que me dio.

— Yo... quisiera agua también —carraspeó nervioso— Por favor —agregó.

— ¿Está todo bien? —dije al notar que algo raro estaba sucediendo.

— Sí, sólo me dio sed y... quería pedirte agua —miré la mano que tenía detrás y él la escondió más.

«¿Qué tiene ahí?»

— ¿Tú? —me hizo mirarlo— ¿No ibas a tomar algo?

— Me arrepentí, pero ahora te traigo un agua.

Él se apartó para darme espacio y yo abrí la puerta fingiendo que iba a salir de la habitación, ya que apenas di un paso fuera del cuarto me volteé a tomar la mano que escondía, pero Johan fue más rápido y me apoyó en la puerta, cerrándola y besándome en los labios.

Sus manos agarraron mi cintura y me acorralaron en la puerta, pegando nuestros cuerpos con intensidad mientras el beso me convenció de cerrar los ojos y seguirlo suavemente, olvidando por completo lo que planeaba hacer hace un segundo.

Johan me llevó a la cama y me hizo recostar para ponerse encima de mí, manoseando mi cuerpo gentilmente, sin tocar nada demasiado íntimo o con mucha fuerza. Subí mis manos a su cuello y pasé mis dedos por su nuca hasta su cabello, notando que eso lo provocaba por la manera en la que intensificó el beso.

Entreabrió mis labios con los suyos e introdujo su lengua en mi boca, mezclando nuestras respiraciones y jadeos, mientras su manoseo se volvía más íntimo. Se acomodó entre mis piernas, causándome un inmenso cosquilleo en esa zona, justo cuando sentí su mano izquierda deslizarse por todo mi muslo hacia debajo de mi falda, casi llegando a mi trasero.

— J-johan —murmuré en medio del beso y él tomó un poco de distancia para mirarme— Creo... que ya es demasiado —dije avergonzada de detenerlo.

— Sí... Perdona —se apartó y puso de pie.

Me senté y acomodé mi ropa rápidamente, justo cuando la puerta se abrió por que Johan se volteó a ver y yo me asomé, pero el doctor parecía sorprendido.

— ¿Qué están haciendo?

— Nada, doctor —dije un poco alarmada de que haya visto algo— ¿Está todo bien?

— Ven un segundo, Tara.

Me levanté y fui hacia él por lo que me sacó del cuarto de un jalón, cerrando la puerta.

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