47. No tan malo como parece

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⚠️ Este capítulo puede contener escenas explícitas. Se recomienda discreción ⚠️


— ¿Cómo que me vas a mandar a un manicomio?

— Lo que tienes es una seria enfermedad, y debe ser tratada por profesionales. Me encargaré de que termines en el mismo manicomio que Selena y así aprovechas para matarla.

— No pienso ser un paciente.

— Jódete, lo serás —se puso de pie— Mañana vendré a buscarte, así que no vayas a la escuela.

— No planeaba ir. Sería inútil si pensaba matarme.

— No lo menciones más, me darás jaqueca —se acercó para darme un manotazo en la cabeza del que me quejé— Burro. Nos vemos mañana.

— Adiós —sobé la zona que golpeó con cierto dolor.

Gracias a la pastilla que había tomado para relajar mi crisis de hace rato estaba demasiado cansado como para reaccionar correctamente a los tantos comentarios que me hizo Scott. La misma noche caí inconsciente a la cama y dormí increíble, pero ya cuando desperté no tenía ni un poco de energía. Aquella pastilla que tomé era un medicamento que solía consumir demasiado cuando todavía no me acercaba a Tara pero planeaba toda nuestra vida juntos. Estaba eufórico por verla en persona, pero no podía o el plan se arruinaría, por lo que de vez en cuando tomaba pastillas para calmar las ganas.

Tal como Scott dijo, no fui a la escuela. Dediqué toda mi tarde a limpiar la casa que ya comenzaba a tener algo de polvo en los muebles del cuarto de mis padres, es decir, las zonas a las que nunca voy. Durante la limpieza había puesto a lavar mi ropa de ayer, y al revisar cada bolsillo de cada prenda asegurándome de que no haya ningún papel, me encontré una tarjeta de presentación en el bolsillo de mi pantalón. Cuando hago las cosas a un lado para ver de qué trataba, mi mandíbula casi toca la suelo de la sorpresa.

La zorra que tanto se me insinuaba en la casa de Tara había puesto su tarjeta en mi ropa. De seguro lo hizo aprovechando el momento en el que me acorraló contra la encimera de la cocina, y es sorprendente, porque no sentí sus manos en ningún momento. La tarjeta era complemente blanca, con las siglas "S.S" en rojo marcadas en el medio del trozo de cartón fino. Debajo se encontraba el nombre de Mónica con una fuente elegante y roja, y más abajo su número telefónico. Era extraño que no ponga el significado de las siglas, pero tampoco me importaba. No pensaba usar esta porquería.

Termino de meter la ropa en la lavadora y voy camino a la cocina para tirar la tarjeta a la basura, pero cae dada vuelta y noto algo escrito a mano. Agradecido de que tiré la basura anteriormente y la bolsa estaba vacía recogí la tarjeta para leer.

"Llámame si te sientes solo"

Miro la marca de beso que sus labios tan pintados habían dejado a un costado del texto, y mi mente intenta decidir si la mujer literalmente es prostituta o una simple zorra que se le insinúa a gente casada. Nuevamente no le doy importancia y tiro la tarjeta para continuar con mis deberes del día, ya que me faltaban sitios que limpiar en la casa, pero antes de que siquiera pueda agarrar la escoba llamaron a la puerta.

Con la clara idea de que se trataba de Scott fui a abrir, y éste me recibió con un paquete de masitas dulces en la mano izquierda, claro signo de que pensaba tomarse un té con el que acompañarlas.

— Tengo noticias, y no puedo saber si son buenas o malas —dijo yendo directo a la cocina por lo que me vi obligado a seguirlo.

— ¿Por qué lo dices?

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