Científico Dorado

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(...) Base de Yakuzo / Nagasaki / Yakuso

No sabía hace cuanto los había mandado a buscarla, ni cuantos mensajes le envié para confirmar que la tenían y venían de regreso, lo que sé es que mi pecho resonaba en mi cavidad torácica, esta angustia horrorosa, me había vuelto completamente inmune a ella, hasta que tome la estúpida decisión de fijarme en esa ridícula bailarina.

—Ya deberían de estar aquí ¿Y si los interceptaron? —Cuestioné con ansiedad.

—Lo sabríamos señor —Aseguró Mako con un semblante impasible.

—Por todos los demonios —Escupí con desagrado.

—Jefe la ruta a veces puede ser un poco... —Antes de que Kosuke soltara alguna idiotez las cornetas enunciaron su llegada.

Sonreí con gran alivio, del coche se bajó Alphonse y de la parte de atrás salieron Hirano junto al resto de mis hombres, traían a Trudy, más atrás venia Ayato, a quien seguro manipularon usando mi nombre, vaya grupo de irresponsables, cuando ella salió, su cara era de ira y esta se puso más agresiva en cuanto vio que bajaba las escaleras para aproximarme a ella.

—¡Como te atreves a traerme de este mo----! —No podía esperar a que terminara de hablar, tenía la necesidad de abrazarla con mucha fuerza.

—Jamás vuelvas a irte sin avisar —Susurre a su oído, depositando un beso en su mejilla.

—Resulta que eres más dependiente emocionalmente de lo que aparentas —Hablo Valeria con un tono demasiado rígido para mi gusto —¿Así me ofreciste irme cuando quisiera? —Preguntó molesta.

—Escucha, no es momento de hablar de esto. Entremos, te lo explicare todo, lo prometo —Garanticé viendo que mis escoltas comenzaban a burlarse.

—Está bien, pero ese rubio me cae muy mal —Discutió antes de subir las escaleras.

—Alphonse para servirle querida —Dijo el varón con elegancia.

—Como sea, tienes que aprender a tratar a una dama —Aseguró con una mueca desagradable, marchándose al interior de la propiedad.

—Lo siento mucho jefe, le prometo que yo no... —El conductor estaba más pálido que de costumbre.

—No pasa nada hombre, llévale lo que compraron a su habitación, tú no eres con quien tengo que discutir —Le hice una señal para que se marchara —¡Trudy! —Llame furioso, pues la señora se estaba escapando por la derecha.

—Intente convencerla de que no se fuera, esa muchacha tiene un poder fuerte de convencimiento jefe —Intentaba engañarme la doña, era ilusa si creía que caería tan fácil.

—Fíjate bien lo sencillo que resulto para mi ingeniero rastrearla ¿Tienes idea de lo que hubiese pasado si cualquier otro llegaba antes que nosotros? —Cuestioné con un enfado agravado.

—Lo se potrillo, no volverá a pasar, si hacemos algo así de nuevo te lo diré de inmediato —Alegó la señora, entendiendo esta vez su imprudencia.

—Muy bien, estas libre de castigo por ahora, bueno se acabó la fiesta, déjenme solo —Ordené de inmediato para que se marcharan —Tu no Alphonse... Ven un momento —Llame de forma particular al caballero.

—¿Mein führer? —Dudó ante mi llamado.

—Antes de que sigas preparando la operación al barrio rojo quiero consultarte unas cuantas cosas, subamos —Solicité caminando por las escaleras.

Tras adentrarnos en el interior y bajar al área informática, deje que este encendiera su computadora, un equipo extremadamente moderno conectado a un gran servidor, con enfriamiento en base de nitrógeno líquido, con su capacidad de computo, podría ser capaz de entrar al sistema armamentístico de cualquier país, aunque sea por una fracción de segundo.

El Soberano YakuzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora