Luna de Miel

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(...) Aeródromo Privado / Yakuso

Llegamos a la pista con premura, sabía que el vuelo sería muy extenso, por lo que prepare un maratón de series policiacas con mi amada, se trataba de una novela en la cual un grupo formado por cazarrecompensas y asesinos a sueldo tenían que enfrentarse a una malvada corporación que controlaba la economía global, al mismo tiempo se creaban vínculos afectivos entre los personajes pese a ser parte de bandos distintos, era una obra que criticaba duramente al mundo moderno, quizás por eso nos gustó tanto e hizo amena la espera.

Nos dirigíamos a uno de los continentes más recónditos y menos explorados del mundo, donde la población vive recluida en la capital y los bastos desiertos, junglas y peligrosas costas están en su mayoría deshabitados, Australia era una tierra en extremo conocida, aunque increíblemente poco explorada, donde las culturas aborígenes han sido muy respetadas, al igual que la gran flora y fauna que poseen.

Después de muchísimas horas de vuelo llegamos finalmente a la pista privada que había preparado, nuestros escoltas bajaron las maletas sin problemas y en cuanto salimos el calor nos golpeó directamente en la cara. Yacíamos en una de las regiones despobladas, después de todo era un fugitivo japonés, por lo que tenía que mantener las distancias con las autoridades para ahorrarme problemas.

—Dios... ¿Dónde estamos exactamente? —Cuestionó Valeria con los cachetes rosados.

—Esto es el parque nacional de Australia, por aquí están las formaciones rocosas de Uluru hay muchos monolitos increíbles que explorar —Expliqué notando que ella sudaba en demasía —Parece que ya te acostumbraste al frio —Burlé entre risas, secándome la frente con un pañuelo.

—Tristemente así es, mejor tener cuidado, he escuchado que en estas tierras todo es inmenso —Argumentó con cierto pánico.

Honestamente no mentía, después de dejar las pertenencias en la posada decidimos tomar el siguiente tour a través de los inmensos cañones de piedras y asombrosas formaciones naturales, allí vimos animales cuyas proporciones eran una salvajada, arañas del tamaño de perros que cazaban canguros bebes, las cuales eran depredadas por sapos todavía más inmensos, al parecer temían a los seres humanos, pero mejor no arriesgarse, una vez te movías por esos senderos parecía que en cualquier momento te perderías en ese grandioso parque. Finalmente llegamos a la atracción principal, una piedra gigante totalmente plana por arriba, admirada por los turistas que nos acompañaban, vigilada por indígenas sumamente reservados, que compartían sus conocimientos con los visitantes.

—¿Cuándo subimos? —Consulté al guía, tenía intriga de ver con mis propios ojos todo desde la cima.

—No se puede caballero, el sitio es sagrado y por ende nadie lo escala —Musitó este con un tono molesto.

—Aja si claro ¿Cuánto tenemos que pagar? —Dudé iracundo.

—Le digo que no se puede, ya no insista —Expresó el tipo con una actitud recia.

—Quédate tranquilo amor —Antes de que pudiera decir algo me interrumpió mi amada —Es mejor dejar algunas cosas como están —Aseguró mi dulce esposa.

—Lo que tenemos es que hablar con quien realmente está a cargo —Garanticé enfocándome en uno de los indígenas mayores.

Espere a que el paseo se acabara y me quede atrás fingiendo que aprendería el idioma, era realmente interesante la combinación simbólica que manejaban, el hecho de que una cultura guardara sus registros tallándolos en el entorno también me parecía muy curioso, Valeria se cansó del inclemente sol y se deprimió mucho cuando se enteró que los koalas se habían extinguido, así que me dijo que me esperaba en la posada.

El Soberano YakuzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora