(...) Edificio de Ueno / Yakuso
—¡No nos lastimen! —Gritaron al otro lado de la cerradura al ver las armas que llevábamos.
—Por todos los... —Fue lo que pude pronunciar ante ese panorama.
Era un cuarto de placeres, una sala dedicada a la perversidad y la lujuria, cinco chicas estaban clamando por ayuda, desde que entraron en ese sitio su misión fue darle placer a su secuestrador, estaban en un estado considerablemente bueno, pero sus rostros se veían totalmente demacrados, lo que sus cuerpos no podían expresar lo hacían sus ojos a través de la psique, una de ellas incluso estaba embarazada, no tenían una forma, edad o tez especifica más bien formaban todo el abanico de posibilidades que un enfermo pudiera querer.
—Las dejaron aquí para que murieran —Musitó Mashirito con una clara molestia.
—Tú pagas damas de compañía, no te sientas tan puritano —Burló Kato manteniéndose activo.
—Cierren la boca los dos ¿Cuánto llevan aquí? —Dudé intrigado ante el nefasto panorama.
—Yo tres años —Mencionó una rubia con cierta obstinación, estaba tan hastiada de la vida que solo quería salir corriendo.
—A mi trajeron hace unos meses —Puntualizó una señora mayor de raza africana.
—¡Déjenos salir! —Gritó una muchacha con ansiedad.
—¡Guarden silencio! —Amenacé viendo como rápidamente volvían a una posición más dócil, era muy triste verlas de esa forma.
—Jefe... —Susurró mi armero preocupado.
—Ya sé, no podemos dejarlas, pero sin un guía no conseguirán salir a tiempo, afuera es un infierno —Expliqué ante ellas.
—No será peor que aquí —Reclamó una apretando la mandíbula.
—Kato, tú las sacaras —Ordené a mi socio, dándoles la espalda.
—¡Espere un momento jefe! No pienso dejarlo —Afirmó este agredido por que lo estaba desplazando.
—Nadie más puede llevarlas —Comuniqué con seriedad.
—Lo único que sé es que si no estoy a tu lado no conseguirás absolutamente nada, tu, un desnutrido y dos novatos, no es un panorama muy positivo —Recalcó mirándome con ojos preocupados.
—Alphonse puede guiarlas por el edificio y solo necesitan a un chico para que las escolte —Medite un momento tratando de quedarme con la mayor cantidad de efectivos posibles —Dale tu intercomunicador a el —Ordené a Mashirito, quien accedió de inmediato.
// —Muy bien muchacho, hazme caso y todo saldrá bien —Escuche decir al alemán cuando compartimos brevemente el mismo canal —De acuerdo, ya he separado los mensajes en dos frecuencias, dame un segundo para estabilizar la conexión y continúan ¿Todavía les quedan explosivos? —Cuestionó ante las posibilidades.
—Kato tiene una —Respondí al ver que este la sacó de su bolsillo.
—Excelente, abriré electrónicamente la puerta e iniciaran con el último asalto —Declaró el rubio cortando momentáneamente la conexión. //
Las fortificaciones fueron levantadas, di la señal a mi compañero para que arrojara la bomba al mismo tiempo que una pequeña abertura se creara, vimos como aquellos fornidos hombres corrían como animales asustados, unos lograron escapar, otros fueron atrapados por las esquirlas. Cuatro contra diez, esos eran los sobrevivientes y eran a quienes acechábamos, di una andana de disparos precisos, apoyados por la acometida de mi asesor de armamento y nuestro vigía, el muchacho estaba temeroso, no quería perder su vida, a un así fue capaz de liberarnos de dos asaltantes.
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El Soberano Yakuza
RomanceCuando dos personas que no tienen nada que perder se unen, nada bueno puede salir de esa mezcla, Valeria era una bailarína de un casino de la Habana, salió como cualquier otra noche a dar un espectáculo hermoso, sin quererlo, llamo la atención de un...