Ahora que no Éstas

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(...) Tokio / Unos días más tarde 

Volví a casa en cuanto tuve la oportunidad, los regentes se quedaron en silencio pese al desafío que les hice, la razón era muy sencilla, no tenían como contratacar, por lo que desde ahora ya no debía darles esa oportunidad, sin embargo ¿Qué podrían arrebatarme? No tenía familia y mis amigos eran a ojos de todos compañeros o trabajadores, por eso es que no existe nada más peligroso que alguien que no tiene nada que perder. 

Sin tu presencia en mi vida la sutileza ya no me interesaba, estaba dispuesto a hacer cualquier cosa con el fin de llevar mis objetivos adelante, no obstante, era consciente de que barreras no debía atravesar, tampoco era tan imprudente como para tomar decisiones a la ligera que me perjudicaran, allí radicaba la diferencia entre alguien que caminaba entre el bien y el mal, de un psicópata que se excusa para provocar dolor. 

En los últimos días había coordinado "Anfitriones" personas que tenían un estatus social complicado, pues por malas decisiones o causas injustificadas estuvieron en prisión, la única condición era que de romper su oportunidad y volver a caer en caminos torcidos, serian asesinados, gente incapaz de cambiar que eran solo un estorbo para la sociedad. Uno de ellos, el cual se presentaba como un siervo leal era de apellido Ishinomori, un sujeto de edad avanzada que fue a prisión por no cumplir con sus deberes matrimoniales y ser denunciado por trabajadores sexuales debido a conductas abusivas. Lo tenía como un informante y también como cobrador de deudas. 

Mi objetivo principal era promover la liberalidad dentro de Japón, eliminar las conductas socialmente machistas e impulsar un movimiento que permitiera a los ciudadanos tener un pensamiento más libre, para ya no estar bajo las trabas gubernamentales que solo promovían el suicidio en personas que fracasaban en algo tan simple como no sacar una calificación alta en la universidad. 

Esto fue visto por los más ancianos como una rebeldía en contra del orden y las buenas costumbres, pero sus opiniones no me importaban, esas eran las hundían a la población joven en la miseria, quienes por el contrario adoraron esta nueva mentalidad, cabe destacar que me apoye mucho en mis asesores, William y Jinmei se dedicaron a impulsar estas medidas, su trabajo político estaba siendo impecable. 

Otra de las labores de las cuales me ocupaba era fungir como prestamista, la destrucción de los canales ilícitos dejo a muchas familias sin sustento o trabajos supuestamente legales, por lo que intentaba apoyarlos para que crearan sus propios negocios, tanto fuera como dentro del país, no limitaba en absoluto las opciones o sueños que quisieran llevar a cabo, aunque daba mejores precios y mayores libertades a los que lo hacían adentro, para impulsar de esa forma el nacionalismo. 

Una pareja aparentemente normal llego a mí con la idea de crear un restaurante de comida japonesa en España, al parecer tenían amigos por esas zonas y podían moverse con relativa facilidad, quede gratamente satisfecho con su propuesta, su historia era sencilla, ella era una ama de casa y su marido un gerente bancario que tristemente estaba firmado bajo uno de los esbirros de Renko. Al haber estado preso preventivamente en averiguaciones nadie quería volverlo a contratar, tenían una hija que ya era algo grande, sentí que merecía la pena ayudarlos por lo que les brinde una suma de aproximadamente doscientos mil euros, eso permitiría que consiguieran todo lo deseado y mucho más. 

—Alguien debería vigilarlos —Argumentó Kato con un tono preocupado.

—Son una familia sencilla, les deje muy claro lo que pasaría si no me regresaban el dinero —Expresé con una expresión muy seria —Alphonse tendrá sus ojos puestos sobre ellos —Enfoqué riéndome del asunto. 

—En verdad estoy algo ocupado jefe, la construcción del ala de ciencias biológicas se está complicando, me ayudaría muchísimo si designa a alguien —Reveló el alemán un tanto sobrepasado.

—Muy bien ¿Quién se ofrece? —En la mesa estaban comiendo varios de mis anfitriones, pero solo uno se levantó para aceptar el trato.

—Yo me ocupo —Indicó el castaño con seguridad, era flaco, de complexión alta y larguirucha.

—Tu familia se va a molestar —Reclamó Kosuke apuntándole con el dedo.

—Que vas a saber tu niño tonto, con el dinero que les enviare estarán más que contentos, ellos lo entenderán, ahora mismo nos vendrá de maravilla —Garantizó el caballero con un tono soberbio. 

—Bueno, no seré yo quien te diga cómo llevar tus relaciones, solo no abuses de la confianza que te brindo —Acepté estrechándole la mano, dándole una señal a Hirano para que le buscara su indumentaria, dinero, documentación en regla y un arma para cualquier emergencia que surgiera —Serás su escolta y también su cobrador, espero una gestión eficiente —Comuniqué mirándolo fijamente. 

—Por supuesto jefe —Bajo la mirada con respeto. 

Los chicos estaban de celebración, la economía del país se encontraba en auge, los proyectos iban viento en popa y para consagrar esa celebración contrataron muchas mujeres que les alegraran la vista. Cuando las vi caí en cuenta del tiempo que llevaba sin compartir el lecho con ninguna, entre todas había dos morenas de cabellos rizados, sus ojos emanaban pura perversión, las pedí para que me realizaran un baile y cuando se besaron con el fin de excitarme despertó un oscuro deseo en mi interior. 

Me las lleve a la habitación con fines lascivos y no puedo mentir, se sintió increíble, jugar con dos gatas a la vez era algo que tenía años sin hacer, el placer de divertirse y retorcerse entre esos cuerpos magníficos, sin embargo, cuando tras varias horas el cansancio llego a mi ser me quede mirando directamente a la nada, totalmente vacío por dentro, no podía abrazarlas o amarlas, ellas sin duda no estarían disgustadas, el del problema sería yo, siempre yo, entendí entonces que lejos del sexo, jamás volvería a tener una relación con nadie más. Tú me habías marcado para siempre, el estándar quedo demasiado alto y aunque alguien lo superara yo no podría notarlo, porque en mi mente siempre resonaría la misma frase "No es Valeria"  

El Soberano YakuzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora