Huida

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(...) Susukino / Club Dionisio y Afrodita / Yakuso

No tenían intenciones de dialogar con nosotros, eso lo sabíamos bien, estábamos en un callejón sin salida, lo mejor que podíamos hacer era recurrir a la inteligencia, nos colocamos a cada lado de la puerta, esperando que estos la volaran e ingresaran presurosos, eso fue exactamente lo que ocurrió, eran un numero bastante grande, Renko no escatimo en gastos, al menos veinte efectivos ingresaron y rodearon la cama, acribillando al chivo expiatorio.

// —Fuera luces —Ordené a Alphonse con un tono sereno, cuando mis enemigos voltearon la energía se cortó y les arrojamos las granadas eléctricas. //

Aturdidos por los dispositivos salimos corriendo por el pasillo, disparando a los pocos efectivos que vigilaban el paso, en un solo movimiento mi oponente había arrojado seguramente a todas las fuerzas especiales de Sapporo, con la finalidad de liquidarnos de una vez por todas, tristemente eso no sería tan sencillo, si quería destruirme debía esforzarse más.

Avanzamos implacables hacia el gran salón, donde antes hubo personas bailando y un ambiente lascivo ahora solo quedaba la soledad producto del pánico, botellas en el suelo, suciedad en los rincones y comidas regadas por doquier, aunque la música seguía sonando igual de incesante, tanto como las luces implacables que en esos momentos no necesitábamos para nada. Antes de salir, nos asomamos con cautela.

—Mierda... —Mentó Kosuke al ver hacia la calle —Nos tienen rodeados —Declaró perdiendo las esperanzas.

—Hijo de perra, debió decir que éramos terroristas —Aseguró Kato iracundo.

—Ocultemos nuestra salida y corramos al coche, es la mejor oportunidad que tenemos —Argumenté con la respiración agitada, revisando nuestro armamento.

No podíamos defendernos, no poseíamos la indumentaria necesaria para hacerlo, por tanto, nos decantamos por el espionaje, preparamos los dispositivos y entonces procedimos con el lanzamiento de las granadas de humo, estas llenaron rápidamente todo con un espeso banco protector, a través del cual nos aprovechamos para salir como locos de las instalaciones. Mientras los cuerpos de seguridad avanzaban al interior.

—¡Sospechosos huyendo por la derecha! —Gritó un condenado vigilante, a quien me hubiera gustado volarle la cabeza.

—¡No los dejen escapar! —Exclamó otro comenzando a disparar.

—Yo conduzco —Indiqué con valentía, al mismo tiempo que recibía un disparo en el abdomen, siendo frenado por el chaleco antibalas.

—Yo lo hago —Suplió Hirano ante mi estado, mientras Kato me ayudaba a ingresar al vehículo.

Avanzamos por la calle a toda velocidad, escuchando los fogonazos de las balas tras nosotros, los oficiales volvían a sus patrullas y encendían las sirenas, personas buenas usadas por entes corruptos y negativos, creyendo hacer lo correcto cuando en realidad trabajan para el enemigo, aquel que los aísla de sus familias y los ata al deber mediante sueldos plenamente calculados para que solo alcance para sobrevivir.

Las balas nos silbaban las cabezas, pasaban atravesando los vidrios como si fueran de papel, Kosuke intentaba defendernos, pero nuestras pistolas poco podían hacer contra las de ellos, aun así, intentaba dar a las llantas, tristemente estas estaban bastante blindadas, era consciente de las dificultades de este escape, sin embargo, no había otra manera de hacerlo.

// —Vayan al bulevar principal muchachos y estén listos para bajarse del coche —Ordenó Alphonse con un tono sereno, preparando un movimiento.

—Recibido ¡Ya lo escucharon! ¡Vamos! —Proclamé viendo a mis escoltas, quienes dudaban de la estrategia. //

Era una zona gigantesca rodeada de personas, sería muy fácil chocar y volcarnos, por no mencionar que la policía tendría más facilidades para atraparnos, todo eso lo sabía, sin embargo, yo confiaba en mi asesor científico, lo suficiente como para cederle mi vida, lo había demostrado una y otra vez, su fidelidad era absoluta, cuando llegamos nos topamos con algo impresionante, todos los semáforos y las luces estaban apagadas al mismo tiempo, la energía de Susukino se había ido por completo. Dejando el centro totalmente despejado, supe entonces lo que teníamos que hacer antes de que el siquiera nos explicara.

—¡Allí! —Apunté al medio —¡Detente! —Comunique, cuando estuvo en el sitio acordado, bajándonos del carro.

Las luces se encendieron de pronto y los semáforos cambiaron a verde al unísono, en cuestión de segundos todo se llenó de un numero inmenso de transeúntes, seguimos el mar de personas por la dirección en la que nos vimos atrapados, observando victoriosos como los coches de policía tuvieron que detenerse ante la multitud, vigilando el vehículo en el que ya no estábamos y pidiendo a gritos a una comuna que no los escuchaba, pues en su mayoría llevaban audífonos puestos.

Fue una victoria absoluta, acabamos a unas cuantas cuadras distanciados de todo el caos ocurrido, en un café donde pudimos parar un momento, no sin antes dejar las armas en un contenedor de basura de gran tamaño, el cual al ser clasificado levantaría varias alarmas, pedimos unos cuantos cafés y un poco de agua para poder recuperar el aliento.

—Ese desgraciado Renko... Estuvo muy cerca —Musité dándole un sorbo a la bebida caliente —¿Cómo está todo Alphonse? ¿Alphonse? —Interrogué sin recibir respuesta.

—Debe haber sido un problema de luz, estará encendiendo las plantas auxiliares —Intento relajarme Hirano, pero la preocupación ya estaba en mi sistema.

Comencé a llamar a todos los números que tenía, el de mi asesor financiero, Valeria, pero ninguno respondía, era como si las señales hubiesen desaparecido por completo, lo cual en Japón era prácticamente imposible, algo grande ocurrió y tenía que enterarme cuanto antes del que, ingrese en las redes sociales y lo descubrí más temprano que tarde.

—Nagasaki esta sin dispositivos electrónicos —Conté a mis camaradas las quejas de miles de usuarios que lo comunicaron mediante ondas de radio a distintos medios fuera de la prefectura.

—¿Cómo es posible? —Preguntó Kato sin entender nada. Antes de que pudiera indagar más una llamada apareció en mi teléfono.

// —¿Alo? —Consulté nervioso.

—Jefe, soy yo, nos lanzaron una jodida bomba P.E.M acaban de inhabilitarlo todo —Explicó Jinmei con un tono nervioso y aterrado —¿Acabaron con Renko? —Pregunto preocupado.

—Él no está aquí... Todo es una trampa ¡Saca a mi esposa de la casa! —Ordené recibiendo una afirmación por su parte, cortando la comunicación de inmediato // —Caballeros, debemos volver de inmediato —Aseguré con el corazón acelerado, al verse a punto de ser acorralado, mi oponente saco todo lo que tenía contra mí.   

El Soberano YakuzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora