Rescate

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(...) Roppongi / Valeria

Corrí llorando en cuanto lo vi, Yakuso se las había arreglado para matar a su captor, soltó el arma punzo penetrante que utilizo y se dejó caer sobre mí, incluso estando demacrado pesaba, sin embargo, yo hice mi mayor esfuerzo, yacía sucio y olía fatal, daba igual, era mi amado, sin su hermosa cabellera ni su elegante traje, pero seguía siendo el hombre de mis sueños.

—Disculpa la tardanza —Expresé profundamente adolorida.

—Te amo —Musitó en mi odio, abrazándome con todas las escasas fuerzas que le quedaban.

—Venimos a sacarlo de esta pocilga jefe —Indicó sonriente Kosuke, feliz de verlo con vida.

—Lo llevare yo mismo, ustedes nos abrirán el paso —Ordenó Alphonse montándoselo en su hombro derecho —Descuide Mein Fhurer, ya lo tenemos —Aseguró este contento.

—Valeria... Tu... —Vi que sus ojos estaban preocupados, especialmente al verme portar un rifle de alto calibre.

—Descuide jefe, ella no es una mansa paloma —Habló sonriente Kato, ajustando su mirilla.

—Ahora soy yo la que te voy a salvar Kuso —Prometí dándole un beso en sus resecos y golpeados labios, lista para continuar el avance.

Proseguimos por esos pasillos oscuros y desagradables, escuchando como se acercaban los oponentes, hicimos una formación perfecta y acribillamos a los rivales uno tras otro, sin dejar espacio para que pudieran defenderse del ataque que estábamos efectuando, tomamos la ruta menos complicada para el escape, la misma por la cual ingresamos, pero la resistencia era fuerte.

Comencé a subir escaleras, guiada enteramente por mi equipo, ya que yo fui incapaz de visualizar el camino. La ascensión parecía no tener final y en más de una ocasión sentí como alguna de esas balas que me había rozado en realidad impactaba directo en mi cuerpo, tocándome por todos lados para cerciorarme de que no estaba sangrando.

Finalmente alcanzamos la salida principal, justo como me prometieron el guardia fue asesinado brutalmente, primero arrojamos una granada para despejar la puerta, esta lo impacto de pleno, dejándolo agonizando y retorcido del dolor. Salimos cautelosos al exterior, donde vimos como una redada nos aguardaba, contuvimos la respiración ante el terrible escenario.

—¡Salgan ahora! ¡Esto se acabó! —Exclamaron desde un megáfono las fuerzas policiacas al servicio de Renko.

—Nadie se quede atrás... —Musitó Alphonse quitándole el seguro a una granada, al mismo tiempo que los chicos repetían la acción.

La acumulación de explosivos termino de liquidar al sujeto que custodiaba la puerta y voló por los aires los vehículos, el rubio causo un corto circuito en las luces, así logramos salir corriendo entre el caos del humo y la oscuridad, llegando al vehículo con una enorme prisa, contemplando los gritos de las personas, muertas de pánico ante el horrible espectáculo contemplado. Yakuso quedo en el asiento trasero junto a mi persona y Kosuke, nuestros asesores armamenticos y científicos tomaron la delantera. El segundo el volante, el primero un rifle para quitarnos de en medio a cualquiera que se atreviera a meterse en el camino.

—¡Valeria cuidado! —Avisó tarde el muchacho, cuando voltee tenía una mirilla apuntando a mi cabeza.

Cerré los ojos resignada, lo había salvado y eso era todo lo que me importaba, si me iba daba igual, mi consciencia estaría tranquila, finalmente seria libre de todas esas cosas que nublaban mi mente y entristecían mi alma, sin embargo, cuando abrí mis parpados seguía en el mundo de los vivos, el disparo que se acciono no vino de adelante, si no de atrás. Mi amado saco el revolver de mi funda y mato al tirador antes de que pudiera herirme, todavía estaba con los oídos timbrados por la bala, aun así, vi sus labios moverse.

El Soberano YakuzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora