Vislumbrando el Destino

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(...) Avión Privado / Valeria

Alphonse se había quedado con Kato y Hirano, mientras que Kosuke nos acompañaba en la aeronave, podía ver en el rostro de mi amado su preocupación y un perenne estado de alerta, siempre que salía de una de sus misiones estaba así el estrés del campo de batalla, una realidad a la que jamás te acostumbras y aunque quisiera esconder esto para seguirse viendo como un tipo duro, yo podía vislumbrar con claridad sus emociones.

—Cuando me miras de esa forma me siento como si estuviera desnudo —Reclamó este avergonzado, tomando un trago fuerte de Whisky.

—No tienes por qué preocuparte Kuso, tus secretos están en buenas manos —Prometí con una sonrisa, estrechando su mano.

—Vi las fotos de tu presentación, te veías tan hermosa como siempre, todavía no sé cómo consigues ser tan bella —Dijo este con un tono adulador, enrojeciendo mis mejillas.

—Bueno, hago lo posible para lucir de maravilla, porque me encanta que me veas con deseo —Admití con cierta pena.

—¿¡Que es eso!? —Discutió este ante una sacudida que dio el avión la cual rápidamente se calmó.

—Fue solo una turbulencia señor —Expresó Kosuke con tranquilidad.

—¡Dile al condenado piloto que estabilice esta cosa! ¡Estoy tratando de conversar con mi esposa! —Gritó alterado, con su cabello un tanto despeinado.

—Oye... —Susurré en su oído.

—¿Qué? —Volteó un tanto paranoico, soltando una risa nerviosa.

—¿Hace cuánto que no duermes ocho horas? —Cuestioné fijándome en sus ojeras.

—Hace años —Carcajeó ante mi pregunta.

—Tenemos dos horas de vuelo por delante, podrías reclinarte y disfrutar de la serenidad —Ofrecí abrazándolo.

—Tienes razón, yo estoy, un poco cansado —Se rindió por fin ante mis brazos, calmando su actitud histérica —Esto ha sido muy difícil, gracias por estar a mi lado durante todo este tiempo —Musitó este con dicha, besándome el pecho con cariño.

—Y seguiré junto a ti, ahora más que eres mi esposo —Garanticé con cariño, jugando con su cabello largo y esplendoroso.

—Te amo —Alegó cerrando lentamente sus ojos.

—También yo —Correspondí besándolo.

Ese descanso definitivamente nos vino de maravilla, tantos días en un viaje tras otro nos tenía realmente agotados, podía ver en sus ojos las marcas del desgaste emocional y mental, los cuales desaparecían con cada instante que pasaba, totalmente liberado de las ataduras de la realidad, sumergido en un sueño placido y tranquilo. Este parecía que no había durado demasiado porque cuando abrí mis parpados otra vez él ya estaba al teléfono, discutiendo unas cosas en voz baja, intento que yo no lo escuchara.

// —Perfecto, quiero que tengan todo preparado, muchas gracias —Finiquitó el castaño con un tono misterioso. //

—¿Otra misión? —Dudé un tanto angustiada.

—Nada que ver, no más objetivos hasta que termine nuestra luna de miel —Prometió con un tono seguro de sus palabras.

—Bueno, eso espero, odiaría el hecho de que pasara más tiempo con tus escoltas que contigo —Suspiré con enojo, lo que me hizo, no podía perdonarlo tan fácilmente.

—Sé que estuvo mal, por favor discúlpame, es solo que, ahora solo faltan dos para terminar con todo, deseo desde lo más profundo de mi corazón llegar al final de esta odisea, quiero que mis días sean a tu lado —Mencionaste lleno de convicción y con unos ojos de añoranza muy especiales.

El Soberano YakuzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora